miércoles, 24 de octubre de 2007

El tuerto. 5: La cabaña

Les voy a contar las circunstancias que condujeron a mi primer robo importante. Fue el verano siguiente, cuando conocí a Charlie y Luke. Eran vecinos del barrio de mi tía Julie. Como mis padres no estaban nunca en casa y yo tenía vacaciones la tía me dijo que fuera todos los días a comer con ella. En el parque Boetius conocí a estos dos y empezamos a frecuentarnos. Ambos eran un par de años mayores que yo. No se porqué me gustaba más estar con la gente mayor, eran más interesantes, los de mi edad me aburrían con sus tonterías.
Recuerdo la vez que nos conocimos. Yo estaba solo, sentado en un banco, mirando a las niñas cómo jugaban a la rayuela a escasos metros de mí. Charlie se me acercó. Y sin previa presentación me espetó:
-Anda, deja a esas, no andes con niñas. - En un tono medio burlón que a mí se me antojó despectivo.
-No, ahora estoy bien aquí.- No quise dar mi brazo a torcer, a pesar de que me estaba aburriendo y en realidad su forma desenvuelta de actuar había despertado mi interés.
-Anda bobo, que te vamos a enseñar un sitio muy majo, ya verás, y es secreto... -Ya había cambiado un poco el tono, buscaba la complicidad conmigo, intuí que no sería muy difícil hacerme respetar pese a que era mayor que yo. Miré a las chicas, pero ellas seguían a lo suyo, así que me levanté y fui con ellos lentamente, sin demostrar mucho entusiasmo.

El sitio que me enseñaron estaba al final del parque, donde se transformaba ya en bosque, apenas transitado. Cerca corría un riachuelo, y entre dos árboles cuyas espesas ramas se curvaban y descendían hasta casi tocar el suelo habían construido una cabaña, un refugio secreto donde fumaban y se contaban historias. Tenían escondido un arco y un tirachinas y practicamos por los alrededores. Cuando me dejaron probar demostré ser bastante bueno con ambos instrumentos, pero lejos de mi especialidad. Así que para granjearme una dosis más de su respeto saqué mi navaja y les hice una exhibición de lanzamiento. Los dejé anonadados.
En los sucesivos días nos fuimos haciendo habituales. Charlie se fabricó una ballesta casera. Yo era bueno en el tiro con todo, a menudo les ganaba, tanto en rapidez como en precisión. Mis amigos no comprendían cómo era posible que yo, con un solo ojo, tuviese más puntería que ellos con dos.
-Es que os sobra un ojo, chavales. Si queréis os lo saco...- Me burlaba, no se si de ellos o de mí mismo.

De todas formas lo que más me gustaba eran las historias que se contaban en la cabaña. Creo que fueron el gérmen de nuestra personalidad y de muchas de nuestras posteriores acciones. Dentro de la cabaña nos sentíamos en un mundo secreto en el que la imaginación, la aventura y la emoción resultaban posibles. Para mi sorpresa, la primera vez que hablaron de chicas no fue en el tono romántico e idealista que yo había vivido hasta entonces. Hablaban de cosas sucias, de sensualidad, hablaban de sexo. Cosas que al principio yo no comprendía.
-¿Tú has tocado algo? - Me interrogaba Luke.
-¿A qué te refieres? -Decía yo ingenuamente.
-¡Uuyy! Este no ha tocado nada. Ja,ja,ja. Se daban de codazos y se partían de risa a mi costa.
-¿Me lo queréis explicaar? -Terminaba exasperándome.
- Pues por ejemplo, ¿Conoces a Virginia? - Me preguntaba Charlie.
-Claro.
-Pues, chaval, me ha dejado que le tocase los pechos.
-Ah, ¿sí? ¿Y eso para qué?
-¡Aah! ¡Dice que para qué! - Y seguían tronchándose. -Joder, chaval, me ha dado gustirrinin. ¡Le sintonicé la radio bien! - Y hacía gesto como de girar unos botones..
-Pues qué bien.- Terminaba yo respondiendo, sin atreverme a preguntar qué era eso de gustirrinin, y menos aún lo de sintonizarle la radio a una chica...
-Pues yo, no te lo pierdas, -Proclamaba solemne Luke- le metí la lengua a la Patricia.
-Ah, ya entiendo, ¡Yo bese a una chica de mi barrio! -Dije espontáneamente, pensando en Eve. Era mentira, claro, pero al menos eso sí había imaginado que lo hacía...
-Uuuy, besó a una chica...¿Y dónde la besaste?...¿En la mejilla, chavalín?

Y así pasábamos el tiempo en la cabaña. Ellos haciendo escabrosas confidencias que, ahora que lo pienso, ya no se si serían ciertas o fantasiosas, como la mía del beso. Y yo escuchando, aprendiendo, y aguantando sus bromas.
Otras veces Charlie hablaba de sus proyectos de viajes. Pensaba largarse de Inglaterra y vivir aventuras en remotos países, podía ser en Africa, en la India, daba igual. Cierta ocasión le pregunté:
-¿Con qué dinero piensas viajar?- Cambió una mirada con Luke, bajó el tono y me respondió que pensaban robar un banco. Yo no le tomé en serio, me pareció una fantasía más, pero tampoco le llevé la contraria, ¿para qué?

4 comentarios:

Maria dijo...

Cada vez sé esta poniendo más interesante la novela.

¿Escribes cada dos días un capitulo?

Un saludo

Maria

Joseph Seewool dijo...

Gracias, María, por tu amable opinión. Y sí, cada 2 o máximo 3 días pretendo publicar un capítulo, tengo que pensarlo, redactarlo, pulirlo.No me es posible más rápido, así que invoco tu paciencia...Saludos.

-Anna- dijo...

Empiezan a hacerse presentes las influencias, las marcas para un futuro...se empieza a encaminar la historia. Son pequeños detalles que después harán al personaje completo.
Leía el chiste de el tuerto y me acordaba de Freud, del chiste y su relación con el inconciente...quizás si se burlaba de él mismo.
Sigo leyendo
Saludos

Joseph Seewool dijo...

Como ves, no puedo evitar la pincelada freudiana de vez en cuando...;-)