sábado, 24 de noviembre de 2007

El tuerto. 21: “Las Tapias”.

El Charlie me estaba esperando en el aeropuerto de “Los rodeos” cuando llegué. Tenía buen aspecto, estaba bronceado, había perdido la tripita y su habitual cuerpo fofo se percibía duro, casi atlético. Al mismo tiempo se le notaba un aire más seguro en sus movimientos, tirando a felino.
-Caray, chico, parece que te ha sentado bien este sitio.
-Sí, últimamente me cuido, voy al gimnasio y a la playa; además, esto es el paraíso.
-¿Ah,si? Pues también veo que los negocios te van viento en popa. –Añadí al ver el Mercedes en el que introducía mis maletas y se sentaba al volante.
-Bah, estos coches aquí están baratos, no pagan impuestos y los traen de segunda mano en muy buen uso. Mañana mismo tienes uno, si lo quieres.
-Lo pensaré, ¿a qué te dedicas?
-Trabajo de relaciones públicas en un hotel, que también tiene discoteca. Procuro que los clientes queden satisfechos. También hago algunos asuntillos por mi cuenta, un poco de todo, pero ya hablaremos, de momento necesitas descansar y relajarte…excuñado.
-Ya que lo mencionas, ¿sabes algo de Libby?
-Olvídate de mi hermanita, está con otro.
-Vale, sólo era una pregunta.
Guardamos silencio el resto del camino hasta “Puerto de la Cruz”. Bajé la ventanilla y aproveché para contemplar el mar y los acantilados, a mi derecha. Respiré profundamente el aire cálido. A mi izquierda se veía el pico del Teide, influyendo con su presencia grandiosa en mi estado de ánimo. Sentí un cosquilleo en la boca del estómago. Al llegar a la entrada de la ciudad el Charlie rompió el silencio.
-¿Dónde prefieres quedarte? En mi apartamento tengo un sofá-cama en el salón. En el hotel donde trabajo hay habitaciones libres, pero tienes que registrarte con tu pasaporte. También te puedo conseguir una pensión discretita donde no hacen preguntas…
-Sí, mejor en la pensión.
-El único inconveniente es que tendrás que bajar y subir la cuesta para ir a la playa y volver.
-No me importa.
Me llevó a la pensión “Las Tapias”, junto a la carretera del botánico. Habló con la patrona, una señora entrada en carnes, de unos cincuenta años, con un vestido floreado. Me miró sonriente y asintiendo mientras el Charlie le pagaba por anticipado (yo aún no había cambiado mis libras por la moneda local). Por supuesto no se mencionó el pasaporte ni tuve que firmar ningún registro.
-Haremos lo siguiente –me dijo al despedirse- sube a tu habitación, instálate, descansa. ¿Has comido?
-Sí, en el avión.
-Entonces vendré a buscarte para la cena, ¿a las siete?
-OK.
Y ahí me dejó, deshaciendo mis maletas, recordando ese pasado que intentaba dejar atrás. La habitación era sencilla, limpia y espaciosa, con cuarto de baño. Para mí, acostumbrado a la buhardilla, un lujo. Tomé una ducha y me dormí, preguntándome qué clase de asuntillos se llevaría el Charlie entre manos…

5 comentarios:

Maria dijo...

Hola Joseph
Ohhh ohhhhhhhh ohhhhhhhhh el tuerto en Tenerife, lugar que conocí no hace mucho
Es precioso y su gente es encantadora.
Si ya estaba enganchada a la novela ahora lo estaré mas, ¿qué fechorías ara el tuerto en esta preciosa isla?¿O quizás ya se volverá una persona honrada?
Espero impaciente más capítulos jejeje
Un saludo
Maria

Hisae dijo...

Bien, bien, bien... Sigue trabajando así. Es un gusto.
Abrazos, Joseph.

Joseph Seewool dijo...

Hola, María:
Pues sí, welcome to spain, y nada menos que en Tenerife ha aterrizado el tuerto. Un destino muy turístico..y también para otras finalidades, je,je. Por cierto, ya tienes nuevo episodio. Un beso, María.

Mario, ya ves que el tuerto ha caído muy cerca de tí..¿eh? Anda con cuidado, ja,ja...Un abrazo, amigo.

-Anna- dijo...

Anita estuvo acá :)
Cierto, era de transición, sigo con el otro. ¿Cuántos capítulos van a ser?...jajaja, me impaciento :P
Besos

Anónimo dijo...

Anita! Es un placer tu presencia.
¿Cuántos capítulos? Aún no se con exactitud, más de 35, eso seguro.
Un besito.