lunes, 12 de noviembre de 2007

El tuerto. 15: La marquesita

-Se marcharon de allí...déjeme hacerle una pregunta, John... ¿por qué me cuenta a mi todo esto? He leído las notas del doctor Merchant y no aparece nada semejante...¿No cree que hubiera sido mejor contárselo al doctor en su momento? - (la verdad es que me produjo sentimientos contradictorios, por un lado no me gustó que me lo contara, me sentí como si al hacerlo me convirtiera en su cómplice; pero por otro lado también debo confesar que halagó mi ego el hecho de que me hiciera confidente de un secreto que ni siquiera le había revelado a su psiquiatra).
-Le diré por qué, Joseph, porque usted me ha escuchado sin interrupciones, en cambio el doctor, cuando empecé a contarle lo de los billetes me dijo que eso no tenía interés para la terapia...¡Qué equivocado!, si no me hubiera involucrado en ello no habría estado en Londres aquella noche, paseando con Libby, y por tanto no se habría cruzado aquel drogadicto en mi camino y no habría tenido que liquidarle. Toda mi vida habría tomado un derrotero distinto. Además, no se lo conté porque con el doctor a veces tenía la sensación de que me estaba juzgando moralmente...y no me gusta sentirme juzgado. En cambio usted creo que no me juzga...creo que incluso me tiene cierto respeto.
-Estoy seguro que el doctor Merchant le respetaba igualmente, pero si me permite otra pregunta, John ¿por qué lo mató? Realmente no era necesario…
-Esa es la pregunta que yo mismo me he hecho muchas veces. La verdad, me molestó que le pusiera el cuchillo en el cuello a Libby...Me jodió que no me devolviera mis documentos como le pedí, sobre todo por mi licencia de conducir, que me había costado mucho conseguir. Tuve que presentar un certificado médico que dijera que estoy bien de la vista, las autoridades de tráfico no dan licencias de conducir a tuertos como yo, dicen que no calculamos bien las distancias…Bah, historias...A pesar de todo, creo que fue su amenaza última la gota que colmó el vaso de mi paciencia y que me impidió dejarle marchar...
-¿Y qué pasó después?
-Pues el coche era un Austin Victory motor 1300, con bastantes años, no había llave de contacto, claro, pero el motor estaba en marcha, tenía el sistema eléctrico “puenteado”. Puse primera y aceleré. Los escasos dos minutos hasta el hotel se me hicieron eternos, suerte que a esas horas no había trafico. Empecé a pensar: estaba convencido que no hubo ningún testigo presencial, tardaría un buen rato en aparecer la policía, y más aun en comenzar las pesquisas. Por otro lado, abandonar el hotel precipitadamente, en plena noche, podría levantar sospechas, y estábamos registrados con nuestros auténticos nombres, un error que a partir de entonces procuré evitar. Lo mejor sería pasar la noche en el hotel y marcharnos por la mañana tranquilamente, así se lo comuniqué a Libby. Dejé el coche en una calle lateral, a un par de manzanas, correctamente aparcado. Nada más subir a la habitación Libby vomitó la cena. Yo estuve a punto de seguir sus pasos, al final mi estómago resistió. Ninguno de los dos pudo conciliar el sueño. De madrugada Libby me dijo que estaba teniendo contracciones.
-“¿Crees que aguantarás hasta Exeter”?
-“Creo que no”- me dijo.
-“Entonces hagamos la maleta y busquemos un hospital”.
-Y así fue como la niña nació en Londres, contra pronóstico. En compensación, salió mujer, como queríamos los dos, y le pusimos el nombre que siempre habíamos hablado, Cecile, en honor a la familia que ostentó el marquesado de Exeter. Libby no quiso que le diera mi apellido, así que fue registrada con el de su madre, W. Solíamos bromear que algún día nuestra hija llegaría a ser la señora marquesa, nuestra marquesita...Ahora que lo pienso, lo de porqué lo maté, recuerdo que cuando sostuve a mi hija en brazos por primera vez, todavía en la habitación del hospital, una idea fugazmente atravesó mi cabeza, pensé: “alguien tiene que morir para que alguien nazca”. Es como si de repente todo lo sucedido cobrara un sentido nuevo a la luz del nacimiento de mi hija. Sí, creo que aquella muerte me unió a mi hija con un vínculo mucho más fuerte que un simple apellido.
-¿Y la policía nunca le interrogó por este caso?
-Nunca tuve noticias de ellos, así que ignoro si quedó como un caso sin resolver, o culparon a alguien, tal vez algún compinche suyo por un ajuste de cuentas. Me imagino que tampoco pusieron mucho empeño por un toxicómano que empuñaba un cuchillo...

4 comentarios:

Hisae dijo...

Amigo Joseph.
Este relato tiene visos de ser una gran y extensa novela. Veo que tendré que seguir imprimiendo. Ya la llevo al día. La leí toda de un tirón (mucho más cómodo).
Al empezar a leerte, me recordaste al afamado Truman Capote y su "a sangre fría". Encontré muchas similitudes con esta novela, sobretodo al decidir ir a prisión a charlar con Johnny "el tuerto" y escribir sobre su vida.
A lo largo de la lectura, además consigues que el protagonista me caiga bien, quizás por el gusto común que tenemos ambos sobre Patricia Highsmith.
La novela me tiene enganchado, pero creo que para seguir disfrutándola, haré como hasta ahora: imprimirme varios capítulos para saborearla relajadamente.
No tardes por favor, o envíame toda la obra. Deseo un final feliz para el bueno de Johnny.
Un abrazo para ti, Joseph

Joseph Seewool dijo...

Guau! Qué halagadora comparación, Mario. Sólo un matiz: no recuerdo haber dicho que le visitara en prisión (creo que no especifiqué el lugar); corrígeme si me equivoco.
Igualmente corrígeme cualquier fallo que adviertas.
Por lo demás, no aspiro a escribir una obra maestra, como nuestro amigo Truman, me conformo con interesar y entretener a unos cuantos buenos e inteligentes lectores como tú. Tienes razón en lo de las influencias. También me siento influido por Dostoyevski (ya lo comprobarás).

Me propongo sacar un episodio cada dos días, con fiel regularidad. Tengo episodios adelantados (como el que te anunciaba), pero he de pulir y corregir algo. La obra no está ni mucho menos terminada, ni siquiera vislumbro el final...Tengo planificados al menos 35 episodios (!), pero seguramente acabarán siendo más.
Abrazos.

-Anna- dijo...

Siii yo también quiero un final feliz. Podemos hacer el club de fans del tuerto jeje. Coincido con Mario en que el personaje cae bien, pero bueno, los personajes principales creo que siempre caen bien no?
Sigo leyendo :)
Besos!

Joseph Seewool dijo...

Anita, ya le transmitiré a El tuerto tus buenos deseos, seguro que le complacerá... En cuanto a la clase de final que tendrá, no puedo decir nada, me gustaría complaceros, pero finalmente será la realidad la que se imponga. Ya veremos...Besitos.