miércoles, 5 de diciembre de 2007

El tuerto. 26: Plácido, la traición anida dentro.

Estábamos cenando en el restaurante de su hotel, yo le había dejado caer, como el que no quiere la cosa, que si surgía algún negocio bueno podía contar conmigo.
-Estoy un poco aburrido de tanto estudiar, necesito un poco de acción, ya sabes, siempre y cuando el asunto sea lucrativo.
-Pues casualmente hay un posible trabajo que te puede interesar.- Al oír esto no pude evitar ponerme en tensión.
-Cuéntame –le dije- soy todo oídos.
-De hecho llevo unos días pensándolo, no sabía si comentarte, porque como te veo tan retirado...Pues verás, conozco a un tipo, un tal Plácido. Es joyero, tenía una próspera joyería en Madrid, pero decidió venirse a vivir a la tranquilidad y el buen clima de las islas. Le traspasó la mitad a un socio, y con el dinero abrió una sucursal en Santa Cruz. Lo de la tranquilidad es un decir, porque el tío es un juerguista de mucho cuidado, está arruinado. Su debilidad son las fiestas con chicas muy jovencitas, champán francés y abundante cocaína. Vicios caros. Lo cierto es que me debe dinero, no te voy a decir la cifra pero bastante. Se lo he reclamado varias veces y la última, como ya me he puesto serio, me ha contado un plan. Dice que tiene una clienta, una vieja muy rica de la cual se ha hecho amigo, le ha vendido joyas, diamantes, relojes de oro, en diversas ocasiones. La señora vive sola en una mansión y se aburre, ha invitado a Plácido muchas veces a cenar. Poco a poco se ha ido ganando su confianza y la mujer no tiene reparos en hacer ostentación de su riqueza delante de Plácido. Por lo visto la casa está llena de cuadros caros, impresionistas, Dalí, Kandinsky, Miró y no se cuantos más. Porcelanas chinas, cristal de bohemia, y sobre todo muchas joyas, esmeraldas, diamantes, oro. Tiene colecciones de sortijas, pulseras, relojes, pendientes, collares...
-Al grano -le interrumpí-, ¿cuánto puede valer?
-Según Plácido, vendiéndolo poco a poco, más de mil millones de pesetas.
-Uf...Tendrá fuertes medidas de seguridad...
-La mansión está en una urbanización de lujo y tienen dos vigilantes privados las veinticuatro horas, uno que está en el control de entrada, y otro que hace rondas constantes por el día. Por la noche se suelen quedar los dos en la entrada y uno sale de vez en cuando a patrullar. Pero Placido piensa que se puede traspasar cortando la alambrada por un lugar discreto, poco visible, que ya tiene localizado y que además no está lejos de la casa.
-No se, habría que verlo...¿Y dentro de la casa?
-Pues aquí viene lo gracioso. La casa tiene una alarma que está conectada a una central de vigilancia, pero la vieja es muy despistada y nunca se acuerda de desactivarla antes de entrar o salir. Ya le ha saltado fortuitamente varias veces. Ahora en la práctica sólo la conecta cuando se va de viaje y desde luego nunca cuando está en casa.
-¿Por dónde entraríamos?
-Plácido cree que podríamos apalancar la puerta, no es blindada.
-¿La ventanas tienen rejas?
-Eso sí.
-¿Y una vez dentro?
-Pues aquí viene lo mejor. Los cuadros están colgados en las paredes, la caja fuerte acorazada, donde guarda las joyas, está en el sótano, y como la vieja tampoco se acuerda de la com-bi-na-ción...la deja abierta.
-Ja, ja, ja. -No pude evitar las carjadas, en las que Charlie me acompañó-. Esa vieja es buenísima, permíteme resumir sus cualidades: vive sola, no sabe elegir sus amistades, le encanta presumir de sus joyas y cuadros, deja la alarma desconectada y la caja fuerte abierta. ¿Me he equivocado en algo?
-Es correcto.
-¿Tiene perro?
-Un gato.
-¿Cual sería el plan?
-Vamos de noche con una furgoneta, cortamos la alambrada de la urbanización, tú y yo entramos, Plácido espera fuera en un lugar camuflado, llevamos una maza y una palanca para reventar la puerta.
-Primero hay que saber cada cuanto tiempo hace las rondas el vigilante, no quiero tropezarme con él.
-De acuerdo, mañana iremos a controlar eso.
-¿Porqué no esta noche?
-Esta noche trabajo, además Plácido tiene que indicarnos la urbanización, el sitio por el que cortar, la casa.
-De acuerdo. Pero que te haga un croquis también y un plano de la casa, la distribución, dónde está la escalera que lleva al sótano y la caja fuerte, donde están los cuadros más valiosos, todo. Sigamos con el plan.
-Llegamos a la casa, apalancamos la puerta, reducimos a la vieja.
-Tenemos que ir encapuchados, con guantes y con armas de fuego.
-¿Para reducir a una vieja?
-No, para evitar que te detenga un vigilante privado.
-Puedo conseguir un par de pistolas.
-Vale, la atamos, la amordazamos, ya hemos cogido los cuadros y las joyas. ¿Cómo lo transportamos todo hasta la furgoneta? ¿Qué tamaño tienen los cuadros?
-No se...supongo que serán pequeños.
-Veo que faltan muchos detalles por perfilar. Mañana seguiremos...

4 comentarios:

Maria dijo...

Que poco le dura al tuerto la vida relajada..............si es que lo lleva en la sangre jajaja

Pobre anciana, por presumida y despistada se quedara sin nada
Esta visto hay que ser muy cuidadoso cuando se va a comprar algo, cualquier dependiente puede ser amigo del tuerto jajajajaja

Sigue la cosa muy interesante

Un beso

Joseph Seewool dijo...

Hola María:
Cuánta razón tienes en lo de ser cuidadoso. Si la gente supiera que la mayoría de los robos importantes se cometen por alguien de dentro...
Gracias por seguir este relato. Un beso para tí.

-Anna- dijo...

Uyyyy el título promete mucho para el que sigue...
Me voy me voy a leer :D
Besos

Joseph Seewool dijo...

Vale, Anita, espero que no se decepcionen tus expectativas.