lunes, 25 de febrero de 2008

El tuerto. 52: sustituto fideicomisario.

El restaurante se encontraba cerca de la plaza de Castilla. Cruzamos por delante del edificio de los Juzgados de Instrucción. Federico me cogió del codo y me lo señaló.
-Aquí he estado yo varias veces, declarando como imputado. Siempre tuve suerte y me archivaron los procesos. Nunca pudieron probarme nada. –Yo escuchaba en silencio-. Te lo digo para que lo tengas muy en cuenta, procura no dejar pruebas, y si alguna vez te acusan tienes que negarlo todo hasta el final. Bueno, ya se que has estudiado leyes.
-Yo también he estado procesado en Inglaterra. –Era el momento de sincerarme un poco.
-Ah, ¿si? ¿Y qué pasó?
-Igual que a ti, me lo archivaron por falta de pruebas.- Sincerarme, pero no del todo.
Entramos en el restaurante, nos acomodaron en un amplio reservado para los dos solos.
-Por ejemplo –continuó- este restaurante lo conocí de casualidad, precisamente un día que tuve que venir a ser interrogado. Después lo estuvimos celebrando aquí, mi abogado y yo. Bueno, a ti ¿qué te gusta, la carne o el pescado?
-Pues…No sé, me da igual. –En esos temas afloraba mi indecisión, pero a Federico no pareció importarle.
-Entonces elegiré yo por los dos. Cordero asado y…Una botellita de “Vega Sicilia”.
En el transcurso del día, el anciano se había ido animando un poco, supongo que con la emoción de la actividad. Ahora, tras la primera copa de tinto, un reserva de 1979, afloraron los colores a su rostro y se volvió casi locuaz.
-Quiero que seas tú quien continúe con mi negocio. Mira, tengo dos hijas, Ester y Josefina, si los gilipollas de mis yernos fueran la mitad de despiertos que tú, tal vez ahora no estaríamos aquí, hablando. Quiero redactar un nuevo testamento. Mis propiedades inmobiliarias se las dejo a mis hijas, por supuesto, pero con un fideicomiso, para que no puedan disponer, ni mis yernos puedan tocar nada. Quiero que el sustituto fideicomisario, en el caso de que falten mis dos hijas, seas tú. Necesito tu nombre verdadero, al menos con el que actúas en España, para ponerte en el testamento. –Titubeé unos instantes, ¿No sería una estratagema para denunciarme y librarse de mí? Pero en ese caso, ¿para qué me hubiera presentado a sus clientes? Federico percibió mis dudas. Nos habían servido el cordero, y durante un rato los dos comimos en silencio.
–Tranquilo, no es nada raro, confía en mí. Sé que no te llamas Ralph, eso lo he comprobado.
-¿Pero no tienes otros parientes a los que nombrar? Tus hijas te pueden dar nietos. No se, la verdad, me resulta extraño que quieras poner en tu testamento, ni siquiera como sustituto, a un tipo del que ni siquiera sabes su verdadera identidad.
-Hay varias cosas más. Primero, no tengo más parientes que valgan la pena. Mi hermana es soltera y por lógica morirá antes que mis hijas. Ester no puede tener descendencia, Josefina no quiere, y dudo mucho que alguien la convenza de lo contrario, y menos que nadie el imbécil de su marido. Además, necesito que alguien las proteja de la avaricia de sus consortes, que no son más que unos golfos derrochadores, deseosos de que yo muera para abalanzarse sobre la herencia. Quiero que seas tú su protector.
-Pero si no las conozco.
-Eso no importa. De momento no hace falta. Cuando se abra mi testamento te llamará mi abogado. Legalmente no podrán hacer nada sin tu firma. Es sólo que con el tiempo es posible que intenten presionar a mis hijas, o incluso al sustituto para que renuncie a la sustitución y poder disponer de los bienes. ¿Comprendes? Por eso necesito alguien que no ceda ante ninguna clase de presión, y ese alguien eres tú.
-De acuerdo, acepto. Aquí tienes mi permiso de residencia. –Se lo entregué.
-Muy bien…Peter, amigo Peter. Te lo agradezco mucho. En ese caso te contaré algo más. Tengo una cuenta secreta en Panamá, con una importante cantidad de dinero, ciento cincuenta millones. Quiero que seas tú el administrador de esa cuenta, y la uses únicamente en caso de verdadera necesidad, tuya o de ellas
-Pues ahora soy yo quien te lo agradece a ti, Federico. Y por cierto, este cordero está buenísimo.
-Vamos a brindar.- Levantamos las copas, llenas de oscuro vino rojo.-Por el protector de mis hijas.
-Por el padre de Ester y Josefina.

5 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola Joseph. Creo que si el Tuerto, hereda el negocio de D.Federico, llegará a convertirse en un megaempresario con vista de lince en la económia. Bueno, hasta que le detengan, por orden del fiscal anticorrupción, en una de esas redadas ejemplarizantes para navegantes, que pretendan algún día hacer sombra, menoscabar o ningunear a esa clase, mal llamada, política. Un saludo.

Quebienmesuenatunombre dijo...

Pd.: Perdón, quise decir, economía. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Hola, Jack: y no será porque no se lo has advertido: "tuerto, vete por el buen camino, reinsértate, hazte un hombre honrado"; pero nada, luego cuando esté entre rejas vendrá el llanto y crujir de dientes y no habrá abogado -ni picapleitos- que le saque las castañas del fuego. Un saludo.

-Anna- dijo...

Che, yo quiero que alguien me ceda una cuenta en Panamá con esos millones...¿Dónde se consigue? jeje.

Me salté el comentario en el capítulo anterior, quiero ver si hoy me pongo al día, pero los vengo leyendo todos y está todo en perfecto orden para intrigarme jejeje.

Un abrazo Joseph.

Joseph Seewool dijo...

Uy, Anita, esa cuenta en Panamá, espero que no acabe provocando polémica. Tranquila, si me entero ya te avisaré.