lunes, 18 de febrero de 2008

El tuerto. 49: Devolución

-Escucha atentamente lo que dice el periódico, Charlie: “La policía recupera los famosos cuadros robados hace un año. Fruto del paciente trabajo de investigación, y a su infiltración en las redes de contrabando de obras de arte…bla, bla, bla…La policía obtuvo información decisiva del lugar donde se encontraban escondidos (en el sótano de un barrio marginal de Santa Cruz) los valiosos cuadros de pintores como Kandinsky, Miró, etc, y consiguió recuperarlos intactos. Estoy feliz y agradecida a la policía, ha declarado la dueña de los cuadros, que después de más de un año transcurrido comienza a recuperarse de las graves secuelas psicológicas que le causó el trauma de ser asaltada, atada, amordazada y robada en su propia vivienda, cuando se encontraba durmiendo plácidamente…Bla, bla, bla…Creo que sí, que los volveré a colgar en las paredes de mi casa, pero esta vez con muchas alarmas y sensores de esos. Ahora tengo dos perros de protección y he puesto rejas en todas las ventanas, bla, bla, bla”…
-Joder, dan ganas de volver a robárselos.
-Déjalo, nos viene bien que la policía venda su imagen de eficacia, así se dedican a otra cosa; los ciudadanos tranquilos, sintiéndose protegidos, y nosotros a lo nuestro. Si hasta la vieja está feliz, ¿qué más quieres?

¿Qué fue lo que en realidad ocurrió? ¿Cómo hicimos para devolver los cuadros? Muy sencillo, devolver es más fácil que robar. Los sacamos del apartamento alquilado donde los tenía escondidos. Recuerdo que les eché un último vistazo y tuve un asomo de duda. Sobre todo el Kandinsky me gustaba, me daban tentaciones de quedármelo. Por un instante me imaginé, treinta años más viejo, envuelto en mi bata a cuadros y enfundado en mis zapatillas, contemplándolo con satisfacción, en la sala de mi casa al borde del mar. Esos colores tan vivos, los contrastes que nada significaban y por eso mismo podían significar todo, lo que uno quisiera…Luego volví a la realidad, al riesgo que implicaba y descarté la idea.

Después de abatir los asientos traseros, los metimos en mi coche y conduje hasta el barrio de los drogadictos. Charlie, previamente había localizado un trastero y me guió hasta allí. Los bajamos discretamente, uno a uno, por supuesto iban envueltos, cada cual en su funda de tela. Era un sótano húmedo y mugriento, pero eso no importaba porque los cuadros no iban a tener más que una corta estancia. Cerramos la puerta y le pusimos un candado nuevo, por si acaso. Acto seguido llamé a la policía desde una cabina telefónica. Marqué directamente el número del grupo de investigación de la policía judicial que llevaba el caso (me había informado a través de Don Manuel Pablo, nuestro brillante abogado).

-Policía judicial, dígame.
-¿El inspector Robledo?
-Al habla, ¿Quién llama?
-Un ciudadano que quiere colaborar con la policía.
-Dígame su nombre.
-Sé dónde están los cuadros del robo en “Beverly Hills”, trastero “H” de la calle “Zeta”, número “equis”. ¿Lo ha anotado?
-Oiga, ¿Quién es usted?
-¿Lo ha anotado?
-Si…
-Buena suerte. –Y colgué.
Por si acaso, nos quedamos vigilando la entrada del edificio a prudente distancia, hasta que, al cabo de una media hora, vimos llegar varios coches de la policía. En ese momento abandonamos el lugar.

8 comentarios:

Hisae dijo...

Vaya, esto si que no me lo esperaba... Este tuerto está en todo. Y al autor, no se le escapa una...

Abrazos, Joseph,

Maria dijo...

Hola Joseph

Tras una pequeña ausencia regreso, hoy espero ponerme al día en todos los blog y a ver si esta semana ya puedo hacer comentarios normales.

Un besazo

Anónimo dijo...

Hola, Mario, muchas gracias por tu favorable opinión. El tuerto tiene que cerrar algún frente para poder atender otros.. Un abrazo.

Anónimo dijo...

María!!! ahora soy yo el que se está quedando atrasado. Estoy intentando acelerar la redacción de El tuerto. Un besito.

Quebienmesuenatunombre dijo...

Bueno, nunca se puede decir, de este agua no beberé. De igual forma, el Tuerto ahora lo vemos colaborando con la poli. Mañana, tal vez le veamos aprobando unas oposiciones para Jefe de la Polícia en ese pueblo costero de Tenerife, a donde piensa tener su lugar de retiro. Nunca se sabe como terminan los delincuentes, con cerebro. Pero soltar lastre es una ventaja. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Hola, Jack, muy buena tu reflexión, el tuerto de policía municipal, "apatrullando la ciudad" con una gorra así parecida a la tuya (dicho sea con todos los respetos, y mutatis mutandis).
Espero que te haya sorprendido un poco este episodio devolutivo. Un saludo.

-Anna- dijo...

Que buenos ciudadanos jajaja. Yo creo que me hubiera quedado con los cuadros...ellos son tan bellos, kandinsky, miró, particularmente también me fascina klimt...en fin, igual lo correcto era devolverlos. Creo que con el tuerto me nace lo delincuente de adentro jajaja.

Un besote

Joseph Seewool dijo...

¡Anitaa! ¿Que te hubieras quedado con los cuadroooos?!! Eres una chica encantadoramente perversa...Ja, ja.