viernes, 8 de febrero de 2008

El tuerto. 46: Dosis…

A la mañana siguiente fui a la notaría y encargué las escrituras de constitución de las cuatro sociedades limitadas que necesitaba para las facturas de Federico. Cuando estuvieron preparadas, días después –sólo faltaba saber quiénes serían los socios- fui a ver a Charlie.
-Bueno, ¿Qué? ¿tienes ya los drogadictos que te pedí?
-Drogadictos tengo todos los que quieras. Te he escogido a dos que creo te vendrán bien. Podemos ir ahora y los conoces.
-Venga, vamos, y si cumplen los requisitos podemos firmar hoy mismo.

Por el camino le pregunté.
-¿Hay alguna novedad de lo de Plácido?
-Está todo en marcha, les he pagado, y les he dado algo de droga; en cualquier momento tendremos noticias.
Me llevó a Santa Cruz, a un suburbio por el barrio de Candelaria, entre calles sin nombre y bloques de pisos de cemento gris. Tuvimos que subir andando, el ascensor estaba estropeado. Las escaleras olían a comida, a repollo, a sofrito. Cuando Charlie ya estaba arriba, en el cuarto y último piso, yo aún iba por el segundo. Empecé a entender porqué Federico no quería ocuparse de estos pormenores y prefería compartir la ganancia.

-Mira, este es “el Edu”. Este es mi amigo…
-Ralph.-Dije rápidamente, antes de que Charlie diera mi identidad legal en España.
-¿Eh? ¿Rafa?
-Eso, Rafa.- El tipo no tenía mala pinta del todo, estaba muy delgado, consumido por la droga, pero iba más o menos limpio y decentemente vestido. Podía servir.
-Esto…Edu, necesitamos tu carnet de identidad. –El tío me lo entregó. Estaba en vigor. Miré a mi amigo, le hice una seña de asentimiento.
-Necesito llamar por teléfono, si me dan cita podemos ir ahora mismo y firmar los papeles; después Charlie te dará una gratificación – añadí mirando al Edu.
-Si, si –asintió solícito- la vecina de enfrente tiene teléfono, y es muy maja.

Llamé a la notaría, hablé con el oficial –Esteban- que había preparado la documentación. Ya le conocía de haber firmado compraventas de la inmobiliaria y la escritura de mi propio apartamento; tenía cierta confianza con él. Me dijo que no había ningún problema, que fuéramos dentro de un rato, él nos haría un hueco para otorgar las escrituras.
-Nos vamos. –Anuncié. Me quedé mirando al Edu.-¿Tienes una corbata? –Puso cara de pena.
-Corbata, eeh…
-Es igual, toma, ponte la mía. –Yo mismo se la anudé al cuello.- Ya está, ahora sí que pareces un auténtico hombre de negocios. Le guiñé mi único ojo, pero no se si entendió la broma, su mente estaba en otra cosa.
-Oye, Charlie, necesito ponerme algo ahora…-El Charlie le dio una papelina.
-Ah, no –me opuse- tienes que estar totalmente sereno para firmar, amigo.
-No se preocupe, señor Rafa, es sólo un chutecito para quitarme el nerviosismo. –Miré a Charlie, que asintió levemente.
-Bueno, pero si no os importa yo espero abajo. No tardéis mucho que tenemos que recoger al otro socio.- Me desagradaba la escena.

El otro socio, apodado “El Pato” menudo pájaro, cuando llegamos a su alojamiento –un oscuro semisótano en el antiguo cuarto de la portería de un edificio viejo y desconchado- estaba totalmente drogado, borracho, no se, en calzoncillos tirado en un sofá desvencijado y balbuceando incoherencias, delirios persecutorios. Al vernos entrar creyó que éramos policías.
-Qué queréis, maderos…no he hecho, nada…largo de aquí.
-Tranquilo, “Pato”, que soy el Charlie ¿no me conoces?
-¿El Charlie? ¿Y éste quién es? –Me señaló a mi- Este es un madero, fijo, tiene pinta de madero. –Me entró la risa, mira que confundirme con un policía…
-Que no, “Pato”, que es un amigo, se llama Rafa, es con el que vamos a firmar esos papeles que te dije, ¿Te acuerdas? ¿Qué te has tomado?
-Eh…Un “tripi”…
-¿Sólo uno?
-Bueno…dos.
-¿Y qué más? –El charlie le conocía bien.
-Eh…Unos cubatas, no se, tío, déjame en paz.
Yo quería largarme de allí. Viendo a esa escoria me recordaba al drogadicto que apuñalé tiempo atrás, y la verdad, me daban ganas de repetirlo. Tuve que hacer un esfuerzo para controlarme.
-Mira Charlie, este tío no está en condiciones de firmar nada en la notaría. Nos vamos.
-Espera un poco a ver si con una ducha le reanimamos…
-No quiero llegar tarde.
-Tranquilo, se cómo ponerle en condiciones…¿Tienes aquí tus pastillitas?
-Si.
-Dame dos “trankimazines” para que se le quiten las paranoias. Y tú, Edu, a ver si consigues un café para este “Pato” que está más que mareado.
-Toma, te espero abajo.

Finalmente logró espabilarle. Tengo que reconocer la paciencia del Charlie. Además, sabía cómo tratar a esa chusma. Mentalmente decidí delegar en él todo lo posible. Llegamos a la notaría por los pelos, cuando ya el ilustre notario se disponía a irse a comer con su señora. Le retuvimos unos escasos minutos, los justos para que estamparan sus firmas en las cuatro sociedades. El oficial le convenció de que no hacía falta que se leyesen todos los estatutos, que los señores comparecientes ya los conocían. Mejor, así evitamos el riesgo de que el “Pato” se nos durmiese. Le estrechamos la mano agradecidos y salimos corriendo de allí. En las propias escaleras del edificio el Charlie les dio su gratificación, (unos cuantos billetes y varias papelinas de droga a cada uno) y les despidió con una palmadita en el hombro al Edu, y al “Pato” con un amable tirón de orejas.
-No te coloques tanto, cabronazo.
Después, el Charlie y yo nos fuimos al restaurante, a celebrarlo con una opípara comida. Ya tenía las sociedades, ahora, a emitir facturas a destajo.

6 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola. Debe ser odioso delinquir, sin un mínimo de categoría humana. Esos tipejos, utilizados como masas de carne drogada, a mi humilde opinión, no parecen ser los más aptos, para un contrato mercantil. Tal vez sea que odio tanto ese mundo de lo mercantil y del interés, que todo lo que le haga prevalecer, tiene toda mi animadversión. Pero, creo, que los mejores defraudadores de guante blanco, son los peores. Hace poco, hemos batido el record de beneficios bancarios, con un macrobanco nacional. Mientras el país y Europa, incluso Estates Unites, se mueren en la recesión, previa a saltar por las ventanas. Aqui, en España, hacemos pancartas, desde el Gobierno, incluso, señalando que, aquí no pasa nada. Unos mienten, otros roban y los desgraciados pagan el pato, como ese drogadicto, fruto de una sociedad de malos. Prefiero un crimen pasional, un crimen por dinero, o un asalto a un banco, que un economía sumergida a costa de los de siempre: los empleados, controlados por un sueldo. Pero, c´est la vie. Reconvertirse, aunque sea vomitando, o morir. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Hola, Jack. Gracias por tu reflexión. Entiendo que te resulte odioso, pero qué le vamos a hacer, es parte de la realidad, o como tú dices, c´est la vie. Un saludito.
Por cierto, ¿seguimos sin noticias de nuestra común amiga?

Unknown dijo...

Puede ser odioso, pero es realidad y la realidad, a veces, ha de ser así, odiosa y descarnada. Un abrazo Joseph, ya ves que he cambiado la foto y usado el otro apellido que tenía en el correo electrónico para no volverme loco. ¡Ah!, otro abrazo para tí Jack ya que te veo por aquí.

Joseph Seewool dijo...

Oiga, ¿Cómo sé que es usted el verdadero Ricardo? La foto no se ve bien...El apellido no coincide...Y encima ha escrito usted correctamente la hache, cuando es sabido que el verdadero Ricardo nunca pone las haches en su sitio...En fin, sea quien sea gracias por su visita.
Por cierto, a ver si me pongo al día en tu página, que he visto que ahora eres tú el "envidiado", ¿eh?
Un abrazo para ti.

-Anna- dijo...

Todo un maestro de la recompostura el charlie ah? jejeje.

Pinta bueno esto...es bueno volver.

Sigo leyendo.

Un beso Joseph.

Joseph Seewool dijo...

Anita, te ha gustado la recompostura, eh? todo un arte imprescindible entre seres tan perjudicados como los que aparecen en este episodio. Besos para ti.