miércoles, 23 de enero de 2008

El tuerto. 42: Roma no paga traidores.

-Ah, qué bien que has venido, porque tenemos que hablar sin pérdida de tiempo.- Me dijo Charlie nada más entrar en su apartamento, a la mañana siguiente.
-¿Qué ocurre? Te he ingresado en la cuenta tu parte…
-No se trata de eso, sino de Plácido. Hay que actuar con rapidez. Ayer me llamó Don Manuel Pablo, me ha dicho que el Juez le ha concedido la libertad provisional bajo fianza de veinte millones. Así que tenemos que decidir lo que hacemos. Yo le había explicado que en realidad preferíamos que siguiera un tiempo más en prisión, pero claro, él, como abogado no puede evitar su excarcelación. Ha hablado con el Fiscal, y parece que va a presentar recurso de apelación ante la Audiencia, pero mientras tanto, en cuanto se deposite la fianza, saldrá excarcelado.
-Pues no me gusta nada la idea de Placido suelto por ahí.
-A mi tampoco, pero eso no es lo peor. Parece ser que la policía le quiere interrogar a fondo sobre el robo. Ya han ido a verle a la cárcel, y le han estado preguntando que dónde estuvo ese día, y qué relación tenía con la vieja, cuantas veces había visitado la casa, que cuál era su situación económica, etc. No sabemos si piensan acusarle, o simplemente están dando palos de ciego, pero en cualquier caso es un riesgo.
-Si, sabemos que Plácido tiene la lengua muy larga…
-Eso ya lo sabe demasiada gente. Hasta Don Manuel conoce las orgías e indiscreciones de Plácido. Dice que tenemos un problema con ese hombre…
-¿Y qué sugieres que hagamos?

-Verás, el propio Don Manuel me ha comentado una posibilidad. El tiene otro cliente que también está en prisión. Por lo visto está condenado a treinta años y tiene el sida, así que sabe que no va a salir vivo de la cárcel. Además, conoce a Plácido, le ha dicho a Don Manuel que anda alardeando de que en cuanto salga le espera mucho dinero afuera.
-Si, ya se, haciéndose el importante.
-Bueno, este individuo en cambio tiene mujer y una hija de corta edad, las cuales están pasando necesidad. La mujer anda fregando escaleras para poder mantener a la cría…
-¿Y?...
-Don Manuel dice que este pájaro estaría dispuesto a librarnos de Plácido para siempre, a cambio de dinero para su mujer e hija. Total, él no tiene nada que perder. Pero eso sí, quiere dejar asegurado el futuro de su hija.
-Ya…Comprendo, ¿qué cantidad sería esa?
-Pues Don Manuel dice que veinte millones serán suficientes para convencerle.
-Qué casualidad, la misma cifra que la fianza.
-Si, eso mismo pensé yo. La mitad sería por anticipado, y la otra mitad cuando haga el trabajo. De ahí Don Manuel cobrará sus honorarios a la familia y sería el depositario y garante de toda la operación, es decir, que si no cumple con el trabajo nos devuelve el dinero, y él garantiza a la familia que pagaremos el resto. Eso sí, el dinero tiene que ser en efectivo.

-¿Cómo se llama el pájaro?
-Le llaman “el rubio”.
-¿Y te ha dicho cómo lo haría?
-No, de eso nada, lo hará a su manera, y mejor no saberlo.
-Si, claro.
Nos quedamos un buen rato en silencio los dos, pensando en el asunto.
-¿Qué opinas? –Finalmente me preguntó.
-Que Roma no paga traidores...
-¿Eh?
-Nada, creo que sería una buena acción por partida triple. Míralo de este modo: ayudaríamos a la pobre mujer del “rubio” y a su hijita. También, de algún modo, sería un desagravio para la vieja, saber que el tipo que la traicionó ha pagado por su bellaquería. Y por último, nos haríamos un favor a nosotros mismos librándonos de un problema.
-¿Entonces lo hacemos?
-Por supuesto, es la mejor solución. Encárgate tú de pagar, que ya arreglaremos cuentas, y la parte de Plácido nos la repartiremos. –Y cuando ya me levantaba para irme, recordé-. Por cierto, necesito que me presentes un par de esos clientes tuyos drogadictos, que estén dispuestos a firmar lo que sea por un poco de tu droga.
-Eso no hay problema, tuerto. ¿Pero firmar el qué? Si se puede saber…
- Si, te lo puedo decir: Tienen que ser los titulares de unas cuantas sociedades que voy a manejar, pero a ellos no les des explicaciones.
-Por supuesto.
-Te pagaré bien por tu mediación.
-Trato hecho.

6 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola.Es una pena, que se tengan que cargar a un compa de fatigas. Pero el fín justifica los medios. Es un muy buen fin, no ir a la carcel por un delator. Incluso, mirandolo desde el punto de vista de la justicia, sería tal vez una eximente, o una atenuante, cuando el medio que se emplea para evitar un mal mayor, guarda proporción con el mal que se pretende evitar. Je,je. Sólo que, en este caso, quienes tienen en sus manos el veredicto y la ejecución, son unos delincuentes, que no ponderaran los grados, ni afinarán suficientemente. Sólo les queda una pregunta que hacerse ¿que habría hecho en su lugar, Plácido, si el Tuerto ocupase una celda, y se dieran las mismas circunstancias, pero estando Plác...en la calle?. Aunque tamapoco sería muy vinculante esa reflexión, teniendo en cuenta, que cada uno es un mundo imprevisible, a veces. Un saludo.

Unknown dijo...

Estimado Joseph, en primer lugar agradecerte la visita a mi Blogg, el pobre no es que ande muy sobrado de ellas, pero bueno, prometo trabajar para mejorarlo y conseguir un espacio en el que el visitante se sienta a gusto y si no lo consigo así pues tendré que sacar los dulces y el café, que a mi madre siempre le dieron resultado. Con respecto a la dirección del Blogg al que hacía ayer referencia en mi entrada, he de decirte que no puedo dártela, y no puedo hacerlo, porque ya la tienes. El Horizonte no existe, no es nadie, pero somos todos, es cada página de Blogg conocido o desconocido que pudieses abrir. Saqué la idea del Blogg de la Kioskera que es una de mis visitas diarias. Supongo que tu tendrás las tuyas y también doy por hecho que a muchos de los/las que visitas no los conoces y, algunos o algunas, no sabes al igual que yo tampoco lo sé, ni donde residen, pero de momento ahí están, expresando sentimientos, compartiendo alegrías y llorando en nuestros desconocidos y lejanos hombros. Yo ayer simplemente pensé que posiblemente algún día cierre mi ordenador y no vuelva a abrirlo jamás porque el guión de la vida así lo tenga decidido, y andaba intentando desprenderme de esa idea cuando una vocecita en mi interior me dijo ¿cuantos de los que por aquí se pasan a diario, en cuanto vieran que el Blogg no evoluciona iban a decir "¡anda y que le den!", para no volver jamás?. Lo siento Joseph, siento que el Horizonte no exista, pero recuerda que está allí, al otro lado de tu pantalla. Un abrazo y enhorabuena por el Blogg, prometo pasarme, tengo que seguir con esta trama que nos tienes montada. Gracias.

Maria dijo...

Que fácil deciden quien vive y quien no, el tuerto como yo al final siempre saca algo bueno de las cosas malas, lo mata pero así ayuda a la mujer y la hija del rubio..........nada si el que no se contenta es por que no quiere jaja

Espero mas

Un besazo

Joseph Seewool dijo...

Hola, Jack. Juridicamente no hay atenuante ninguna, y mucho menos eximente. Pero según el manual de conducta para delincuentes...veamos...¿qué diría, por ejemplo, el doctor Lecter? Creo que lo aprobaría, lo cual no sería obstáculo para él, a su vez, cargarse a todos si le hicieran un rasguño a los cuadros. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Hola Ricardo, doblemente bueno entonces tu artículo. Y tal vez qué torpe yo por no darme cuenta. Espero que Jack me acepte como atenuante que eran altas horas de la madrugada cuando te leía, y mi cabeza ya estaba más turbia que el canal ese de marchamalo en el que se le atasca el barco a Jack...
No, enhorabuena a ti, me has dejado con el gusanillo, con ganas de volver por otra, je,je.

Joseph Seewool dijo...

En efecto, María, el tuerto se engaña a sí mismo, o trata de engañar a su conciencia. Pero ese es el tipo de funcionamiento de las mentes criminales. Aunque no se engaña del todo, en el fondo...
Un besazo para ti.