viernes, 11 de enero de 2008

El tuerto. 38: Tres mentiras y un farol

Llevé las joyas en un maletín de acero inoxidable reforzado y cerradura de combinación. Mis navajas como siempre, una en la tobillera y otra en la cintura.
-Esta vez te quedas a comer, no hay discusión, ya está todo preparado –Me dijo a modo de bienvenida Don Federico, que había mudado un poco su imagen, sustituyendo la corbata por un pañuelo de seda en el cuello - Así tendremos tiempo de hablar de todo un poco.
-Será un placer –Acepté; lo cierto es que tenía hambre, no me había parado a comer mi acostumbrado sandwich, fui directamente del aeropuerto a la mansión de Federico.- Pero antes podríamos resolver nuestro negocio.
-Sí, claro, veamos lo que me has traído…Mientras, podemos tomar un aperitivo.

Abrí el maletín y fui desplegando con delicadeza los collares, las pulseras, las diademas, todo de oro y brillantes, ante la mirada complacida del anciano y de Don Javier, que había discretamente aparecido y se mantenía en un segundo plano. Al mismo tiempo, les hacía un resumen de las distintas colecciones de alhajas, y su valor individual.
-No está mal, pero esto va a ser más difícil sacarlo, llevará su tiempo y es más arriesgado…
-Sí, es cierto que la suma total de tasación asciende a trescientos diez millones de pesetas, pero teniendo en cuenta el volumen estaríamos dispuestos a negociar por el cuarenta y cinco por ciento, en vez del cincuenta de la otra vez.
-Bueno, Don Javier, vaya usted echando un vistazo a todo…Pero de este lote no podemos pagar más del treinta por ciento, hay muchos gastos, muchos intermediarios, y todos cobran.
-Si quieres podemos negociar sólo una parte, digamos los collares; tengo otro comprador interesado que podría encargarse del resto. –Era un farol, no existía tal otro comprador, pero eso no podía saberlo a ciencia cierta Federico, tal vez intuirlo con su olfato experto para las transacciones.
-Ah, tienes otro comprador, así que me quieres ser infiel…
-Nada de eso, tú estás el primero y tienes toda la prioridad, de hecho me gustaría negociarlo todo contigo, harías una buena compra, pero si te causa dificultades…
-Bueno, bueno, ¿Qué opina don Javierito?
Don Javierito, con su habitual parquedad, se limitó a hacer un gesto de asentimiento con la cabeza. El viejo se quedó pensativo, tomando sorbos de su martini. Por fin se arrancó.

-Digamos cien, pero no podría tener esa suma hasta mañana.
-Mira, el cuarenta y cinco por ciento serían ciento treinta y nueve y medio. Estoy autorizado a una rebaja final dejándolo en ciento treinta y cinco. Más de eso tendría que consultar con mis socios…- Mentira, tampoco necesitaba consultar, el charlie me había dado carta blanca, y Plácido en la cárcel pocas objeciones podía plantear.- Si quieres hablamos esta noche por teléfono. –De repente, contagiado por el estilo del viejo, me veía hablando de cifras, cien, ciento treinta y cinco, con toda naturalidad, frivolidad casi. No hacía falta especificar que se trataba de millones de pesetas, ¿qué otra cosa podía ser? Es más, quedaba poco elegante especificarlo, como si fuera de mal gusto. Se trataba de hablar de dinero sin que pareciera que estabas hablando de dinero. “Cien”, una sílaba, así de simple, cuatro letras, podía ser la medida del sujetador de tu mujer, o el fruto de varias vidas de honrado trabajo asalariado. Al fin y al cabo todo venía a ser lo mismo. Cuanto más alta era la cifra más ahorrábamos en saliva. Qué relativo es el valor.

-Puedes quedarte a dormir, hay habitaciones de sobra.
-Muchas gracias, pero ya tengo reservado el hotel. -Nueva mentira, no me apetecía estar demasiado cerca de Federico mientras tuviéramos negocios pendientes.
-Como prefieras. ¿En qué hotel te alojas? –De repente su voz se había tornado más seca, severa casi, como si le hubiera irritado mi resistencia. Tal vez no estaba acostumbrado a que se le resistieran.
-En el hotel “Cuzco”.
-Te llamaré esta noche.
-Mejor te llamo yo cuando haya hablado con mis socios…¿Hasta qué hora te puedo llamar?
-Ah, no te preocupes por eso, los viejos dormimos poco. – Y de nuevo se le aflojó la sonrisa. O se le había pasado el enfado, o sabía disimular muy bien, el viejo zorro. Brindamos con el martini, como si ya hubiéramos cerrado el trato, o como si supiéramos al menos que estábamos condenados a entendernos porque los intereses comunes superaban con creces cualquier diferencia.

-Verás –aproveché-, también te he traído fotografías de otra remesa, por si te puede interesar. Esta es aún mucho más valiosa. Por un lado una colección de relojes de oro marca “Rolex”, de distintos años de fabricación, los hay muy antiguos. Difícil de colocar, es sólo para un coleccionista muy entendido y rico. De hecho, si no hay buena salida no descarto quedármelos yo mismo –tercera mentira, o improvisación, como prefieran-. Por otro lado una colección de esmeraldas de rara perfección, también muy difícil de sacar. Y por último, el plato fuerte, una colección de cuadros, Miró, Kandinsky, etc, no se si don Javierito también entiende de cuadros o tendrás que buscar otro especialista para que te los tase –Ya me permitía ironizar y todo-. Si quisieras verlo todo personalmente, me complacerá recibirte en la maravillosa isla que es Tenerife. Podemos pasar unos días en las playas del sur, tal vez, si te gusta, quieras incluso comprarte una casa, las hay a muy buen precio. Evidentemente los cuadros no los voy a traer a la península sin haber cerrado previamente el trato…-Ese transporte no sabía de hecho cómo lo haría, obvio que no en vuelo de línea regular, pero no había decidido si alquilaría una avioneta particular, o un yate.
-Si no te importa me quedo con las fotografías –me contestó-, lo estudiaré, ahora vamos a comer, y entre bocado y bocado te cuento el negocio que voy a proponerte.

3 comentarios:

Maria dijo...

Yo creo que me he confundido de profesión..................el tuerto por un golpecito de nada y míralo habla de millones como si hablara de canicas jajajaja

Estoy sigue muy interesante Joseph

Un besazo

Joseph Seewool dijo...

Si, pero tú vives (y duermes) tranquila, eso no tiene precio. En cambio el tuerto anda a base de pastillitas... Un beso para tí.

-Anna- dijo...

Jejeje, me dio risa lo de las medidas del dinero. Buen capitulo, intriga al final también...como para que yo no me quede sin mis dosis jeje
Besos!!!