miércoles, 28 de mayo de 2008

El tuerto. 65: Charlie de vacaciones.

Esa mañana no pude evitar seguir pensando en el salto cualitativo que había dado en mi carrera como asesino. Empecé dándole unos navajazos a Larry, en una pelea colectiva, cosas de chavales, quedó malherido pero se salvó. Luego fue lo de aquel puto drogadicto atracador, le maté a cuchilladas, si bien fue en al acaloramiento y casi en legítima defensa. Después, ya de forma fría y premeditada, decidimos la eliminación de Plácido; sin embargo no fui yo quien lo llevó a cabo, no tuve ni que mancharme las manos, me limité a pagar por el trabajo, un dinero por cierto que le vino muy bien a la familia del ejecutor, casi una obra social. Y por último, esto de Philip, planeado y efectuado con toda sangre fría, y cuánta sangre. No sentía remordimientos, el Philip se lo merecía, mierda de chivato. Al contrario, sentía una gran satisfacción por haberme vengado y haber vengado a Luke. Pero también…sentía asco, repugnancia física, era algo muy desagradable mancharse de sangre, tocar un cadáver desnudo, una masa inerte de carne.

Me duché concienzudamente y salí, sin ganas de desayunar, para encontrarme con Charlie.
-¿Por qué no te tomas unas vacaciones? –Le dije, nada más verle.
-La verdad es que llevo tiempo con ganas de ir a Londres unos días.- Me respondió pensativo.
-Pues ésta es la ocasión, pide tu mes de vacaciones en el Hotel, déjame las facturas del próximo trimestre firmadas por tus drogadictos, y saca el billete de avión.
-Sí, creo que lo voy a hacer, es un buen momento. Veré a mi familia y…¿Quieres que le diga algo a Libby de tu parte?
-Ni se te ocurra mencionarle que me has visto, y no sabes nada de mi paradero.- Le respondí muy tajantemente.
-Bueno, bueno, sólo era una idea.
-Lo que sí puedes hacer son tres cosas. Una, ir a ver a Luke a la cárcel, enterarte de cómo está, qué posibilidades tiene de salir y ayudarle en lo que necesite. La segunda hacerme un poder para representarte en la junta de accionistas de la sociedad.
-¿Y la tercera?
-Llevarte las llaves del piso de Philip en Londres y entrar a registrarlo.
-¿No será arriesgado? ¿Qué esperas encontrar?
-¿Arriesgado? Hemos hecho cosas mucho más arriesgadas. Sólo tienes que entrar cómodamente con tu llave, al menor contratiempo te esfumas. Y encontrar no lo sé exactamente pero debes buscar cualquier documentación, papeles, dosieres, me gustaría averiguar lo que hacía en Tenerife, estoy seguro que andaba metido en algo. De hecho voy a encargar a otro detective de aquí una investigación sobre los tipos con los que se había reunido. Además, nos vendría bien saber algo más de su vida en Inglaterra, si tiene familiares que le puedan echar en falta y denunciar su desaparición; quiero que tú también encargues un informe a una buena agencia de detectives de Londres. Necesito saber lo que hay detrás de Philip
-Le estás cogiendo el gustillo a los detectives…
-Ay, Charlie, ¿no sabes que información es poder? Además, ¿quién te asegura que nosotros mismos, en éste momento, no estamos siendo investigados o vigilados por alguien? –Me daba cuenta que mi razonamiento podía parecer que rozaba lo paranoico. Sin embargo, cuanto más lo pensaba, más plausible me resultaba esa posibilidad.

Tuve que aparcar esas preocupaciones para ocuparme de los negocios inmobiliarios, un tanto descuidados últimamente. Al final se había aprobado la recalificación de nuestro terreno en Puerto de Mogán, Alfredo Fuertes había cumplido formalmente lo acordado. Sin embargo, en cierto modo también nos había ocultado la verdad, ya que al mismo tiempo se habían recalificado otros terrenos colindantes dentro de un planeamiento mucho más amplio. A Luis Tosco le parecía, con su visión pesimista, que eso nos traería complicaciones, al tener más competencia. Yo en cambio sabía que eso a la larga nos beneficiaría, ya que la zona cobraría más vida, sería más atractiva turísticamente al tener más variedad, más servicios. En cualquier caso, ahora había que contratar un arquitecto, elaborar y presentar el proyecto de edificación, solicitar la licencia de obra, y contratar una empresa constructora que la llevase a cabo, ya que nosotros sólo éramos los dueños y promotores. Ello a su vez implicaba necesidad de financiación. La alternativa era: ampliación de capital social, o préstamos. Convoqué una junta de accionistas en la que expuse las ventajas e inconvenientes de las dos opciones. Ampliar capital supondría, si no podíamos cubrirlo nosotros mismos, dar entrada a nuevos socios y en cierto modo perder el control de la sociedad. No les dije cuál era mi propósito en éste caso: reforzar mi propia posición dando entrada a Rosita en la suscripción de nuevas acciones. La otra opción, pedir un préstamo, implicaba aumentar el riesgo de la operación, y reducir los beneficios por el pago de intereses. Don Luis prefería la ampliación de capital, no quería riesgos. En cambio Mario, el hijo de Don Antonino, quería pedir prestado y no tocar el equilibrio accionarial. La intervención de Mario me recordó mis sospechas de que estaba realizando ventas por su cuenta con clientes de la inmobiliaria, y apropiándose de las comisiones, claro. Mentalmente decidí ponerle también un detective para comprobarlo, ya le ajustaría las cuentas. Me pregunté qué pensaría Charlie si supiera lo de éste otro detective. Finalmente yo abogué por una solución mixta, al cincuenta por ciento, que fue a la postre la aceptada: presupuestar las necesidades de financiación y conseguir el capital por las dos vías. También se aprobó una propuesta mía de contratar un abogado, a sueldo de la sociedad, para gestionar todos los trámites que se avecinaban. Yo mismo me encargaría de seleccionar al candidato.

Hablé por teléfono con Rosita. Sentí que la echaba mucho de menos. Me contó que ya había tomado posesión de su plaza de profesora en Leganés. También me comentó que había visitado varias galerías de arte y casas de subastas, y les había llevado las fotos de los cuadros de Federico. La conclusión es que eran inequívocamente auténticos todos ellos. Decidí que los incluiría en el inventario de la herencia. Yo, por mi parte, le pedí que hiciese un poder notarial a mi favor, con la facultad de suscribir en su nombre las acciones de “Paradise Real State, S.A.”, a lo cual ni me preguntó ni objetó nada.
-¿Cuándo vas a venir? -Fue lo que dijo.
-Pronto, muy pronto. –Ese era mi deseo.

4 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola Joseph. Bueno, parece ser que el tuerto se fía más de los detectives, de los abogados y de los socios nuevos, que de su conciencia. Porque, eso de darle repeluz tocar un cadaver, como que no acabo de comprenderlo. Más bien, lo que le de repeluz sea su propia conciencia, sucia de sangre no inocente. Yo, a estas alturas, sospecho que su relación con Rosita, sólo es instrumental. Algo así como una coartada para el día en que decida poner punto final a sus fechorías de guante blanco delictivo. En todo caso, veo que le gusta delegar funciones. Y por supuesto vela por la profesionalidad ante todo de un buen gestor, materializado en un profesional del derecho. Por supuesto, estoy de acuerdo con él en una cosa: un profesional del derecho es el mejor y más apto para la negociación entre partes. También supone una barrera contra los desmanes de ciertas prácticas mafiosas por parte de determinados funcionarios de los entes públicos, encargados de tramitar las solicitudes de empresarios y particulares, de cara a otorgar licencias y otras concesiones administrativas. Despues de conocer lo de Coslada, hay que evitar corruptelas innecesarias y dedicarse a aquellas otras que si sean imprescindibles y efectivas. Un saludo.

Anónimo dijo...

Querido y Admirado Seewool,



La accción vuelve a ser más intelectual que física, lo cual es necesario para el desarrollo de las distintas áreas en que se mueve el Tuerto.

Muy interesante el tema de los detectives, y de una ironia absoluta: un delincuente encargando una investigación, o varias. Los mafiosos también lo hacen, pero el Tuerto todavía no ha llegado a ese nivel. Seguro que llega.

Son logicas estas decisiones; no hay que dejar cabos sueltos. Lo que más curiosidad me trae es el tema de la inmobiliaria y la posible actuación del hermano. Y también me parece una muy buena idea que Rosita entre en el accionariado; evidentemente, se trata de una forma de control, pero también de una posible forma legal de ingresos.

Lo realmente atractivo de este relato, en general, es que las cuestiones técnicas, fiscasles, etc. pueden parecer aburridas, pero son absolutamente necesarias para conocer como se mueve el personaje. Eso es muy original, puesto que en general, la novela negra no se acentua en estos pormenores, cuando hay tramas que tienen esa base.

Y lo que también me parece muy interesante es la complicidad y confianza de Rosita y el Tuerto. En realidad no tienen a nadie más, y los defectos físicos de cada uno son los que realmente permiten esa unión, puesto que ambos son unos incomprendidos para los demás, excepto para ellos mismos.

Bien, la trama sigue siendo absorvente, y más con lo que pudiera llevarse entre manos el tal Philip.

Hasta el próximo capítulo, queridisimo Seewool, y permitéme decierte, Admirado Maestro.

Anónimo dijo...

Hola, Jack. Perdón por el retraso en contestar. Dentro de poco empezarás a decir que no sólo Charlie se ha ido de vacaciones, sino también el tuerto, rosita, y el autor, todos de vacaciones...Pues no, yo no me he ido, sino que mi submarinismo judicial me tiene falto de oxígeno creador, y eso que en coslada llevo pocos asuntos... Saludos cordiales y espero que pronto haya reanudación, tal vez a lo largo del fin de semana.

Anónimo dijo...

Doña Marta, es usted muy halagadora con su benevolente opinión. Su comentario la verdad es que constituye todo un estímulo para seguir con esta trama. Intentaré estar a la altura de sus elevadas expectativas. Hasta muy pronto, espero.