sábado, 7 de junio de 2008

El tuerto. 66: Sofía y Jesús.

No me costó mucho esfuerzo seleccionar al abogado. Puse un anuncio en la prensa Canaria y se presentaron media docena. Dos mujeres, una bajita con pinta de autoritaria, y otra gorda que hablaba por los codos, casi ni respiraba en su afán de impresionarme con sus innumerables cualidades y especialidades. A ambas las descarté de inmediato. Un chulito muy estirado y trajeado pero que con vistazo a su expediente (todo aprobado por los pelos) y tres preguntas, me di cuenta que no tenía ni idea de leyes. También se presentó un señor de mediana edad, tardíamente licenciado; había compaginado sus estudios con un trabajo de funcionario administrativo, sacando poco a poco las asignaturas. Parecía de fiar, de hecho estuve dudando, pero en esto se presentó Jesús Almeida, un joven recién licenciado, tímido, modesto. No alardeaba de sí mismo, pero tenía brillantes calificaciones en las materias que más necesitaba: derecho civil, mercantil, administrativo general y urbanístico.

Al entrevistarle, me confesó que había preparado las oposiciones de Técnico del Estado, pero poco antes de los exámenes se había sentido mal, con taquicardia, insomnio, y al ir al médico le descubrieron una pequeña lesión cardiaca. Le aconsejaron que no se presentase y que se buscase un trabajo tranquilo, sin nervios ni sobresaltos.
-Pues aquí tendrás un trabajo tranquilo, Jesús, preparar contratos, licencias, escrituras, convenios urbanísticos. Todo papeleo muy sosegado. –Le guiñé mi único ojo para infundirle ánimo-. No te preocupes -añadí-, la parte judicial o conflictiva se la encargaremos a otro letrado
-¿Cuándo empiezo?
-Esta misma tarde si quieres. Puedes comenzar por estudiar los documentos de Puerto de Mogán, necesitamos un arquitecto que nos elabore el proyecto, lógicamente nos interesa la máxima edificabilidad y rentabilidad, tú ocúpate de buscarlo, pero el encargo tengo que firmarlo yo como consejero delegado.

Con el tiempo descubriría que Jesús Almeida fue una gran elección. Era un trabajador de ritmo pausado pero constante, metódico, eficaz, muy ordenado, y sobre todo honesto y fiel a mi persona.

Dije media docena y eso fue; al día siguiente se presentó una última candidata, Sofía, una rubia alta, esbelta y con cara de modelo, a pesar de lo cual no era nada tonta, se la veía muy despierta y segura de sí misma, sin caer en la arrogancia. Le dije que ya habíamos cubierto el puesto en la inmobiliaria, pero que tal vez pudiera ser mi abogada personal para asuntos judiciales diversos, tanto en las islas como en la península. Imaginé que sería buena para pelearse con la abogada de Ester y Josefina -tanto en el inventario judicial de la herencia, como en la impugnación del testamento- y para reclamar sin contemplaciones las numerosas deudas por el “banco privado” de Federico-. Se mostró tan bien dispuesta, a viajar, a negociar y lo que fuera menester, que la contraté.

En esto me llegó el informe del detective sobre Mario Tosco, “el sobrino” de Don Luis. La investigación había sido fácil y rápida, yo mismo habría podido hacerla si hubiera tenido tiempo. Bastó peinar algunas de las ventas aparentemente frustradas para comprobar que en realidad se habían efectuado y cobrado, sólo que en vez de por la Sociedad lo habían sido personalmente por Mario. Era un buen dossier: los encargos de venta, las escrituras, los partes de visita, y hasta copia de las facturas de honorarios emitidas por Mario. Toda su estafa continuada estaba documentalmente probada. Ahora faltaba ajustarle las cuentas: decidí que el momento idóneo sería coincidiendo con la próxima Junta de accionistas de “Paradise Real State, S.A.” Hasta entonces el dossier quedaría guardado en mi caja de seguridad en el Banco.


Como no tenía noticias de Charlie, y estaba en ascuas, llamé al otro detective, al que investigaba las andanzas de Philip en Tenerife. Este asunto era mucho más complicado, no había nada claro. De los dos tipos con los que se había reunido pocos días antes de su “desaparición”, poco había podido averiguar, uno era un libanés afrancesado, un tal Pierre. Curiosamente, a los pocos días también se había esfumado. El otro, en cambio, era un irlandés sospechoso de simpatizar con el IRA, y seguía viviendo en un edificio habitado mayoritariamente por irlandeses. ¿Cuál era la índole del negocio que se traían entre manos? El detective, ante mi insistencia, se atrevió a insinuar una hipótesis: tal vez el irlandés, llamado Terence, estaba intentando comprar armas para el IRA en el mercado negro, tal vez Pierre fuese el traficante, y acaso Philip era el mediador que facilitó el contacto. Quizás por eso Pierre, al detectar la ausencia de Philip, olfateando el peligro, se había desvanecido en el aire. Conociendo las antiguas costumbres de Philip, pude imaginar que estaba trabajando de agente provocador al servicio de la inteligencia británica, con la finalidad de detener a todos en el momento de la entrega de las hipotéticas armas. Pero tuvo la mala suerte de toparse conmigo…

5 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola. Difícil ese tema, el de elegir el abogado más apto de entre varios. Creo que, un abogado no es la persona más apropiada para elegir a otro abogado como el más apto para una tarea. Y lo creo, porque también creo, valga la redundancia, en que desde el bosque es difícil ver los árboles. Un abogado esta dentro, pero no distingue por eso, cual es el mejor para una tarea o para otra. Creo por tanto, que la tarea de buscar el mejor abogado para un determinado caso, y considerando que cada caso necesita un abogado distinto que para otro, creo que, el mejor procedimiento es coger la guia teléfonica de las páginas amarillas y comenzar desde la A, hasta la Z. El abogado que se encuentre al teléfono en esos momentos en que estas buscando, coja el el teléfono personalmente, no su secretaria, y te diga que le interesa tu caso, ese, para mi que, es el mejor de los abogados para ese caso en concreto. Para otro caso, habría que hacer la misma operación. Bueno, algo de eso ha hecho el tuerto. Un amigo mio, utilizó esa tecnica para buscarse un buen abogado, y acertó de pleno. Yo en cambio, siempre he acudido a recomendados, y eso es igual que si en vez de ir al médico a que nos recete, le preguntamos al vecino o conocido, qué tipo de pastillas utiliza cuando esta malito, para tomar nosotros las mismas. Pero doctores tiene la iglesia. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Hola Jack, me han comentado que tu amigo Capti anda igual que el tuerto, buscando abogado, ¿sabes si ya lo ha elegido? ¿Por el procedimiento de la guía, o recomendado?
Le deseo suerte en esa próxima batalla judicial.

Quebienmesuenatunombre dijo...

Pos, que yo sepa, Capti, ha elegido un sistema ecléptico, utilizando los dos sistemas a la vez: su excompa de pesca, felizmente divorciado y separados sus bienes, buscó a este abogado por el sistema de la A a la Z, de las páginas amarillas. Capti ha pasado de esa etapa, eligiendo al abogado seleccionado previamente por su excompa, o sea que ha sido recomendado por este.
Todos los caminos llevan a buen término y por supuesto a un buen abogado, cuando hay suerte en dar con él. Pero hasta despues del verano, no comenzará a llevarle papeles, o a iniciar los trámites. Será, por tanto, antes de la primavera. Un saludo.

Anónimo dijo...

Admirado Seewool,

El Tuerto es de un prágmatismo absoluto, lo cual más que necesario, es vital para sus "negocios y actividades".

Mirando la trama con cierta distancia, creo que esta montando un imperio: abogados, detectives, información sobre negocios de armas con posibles terroristas, fideicomisario... Oye, ese es todo un "pollo pera" (jajaja).

Bien, bromas aparte, acertada la elección de abogados, puesto que como sabemos, él ha estudiado leyes, y se mueve "al otro lado de la ley". La base para una buena elección está asegurada. Sigo fascinada por sus movimientos y su capacidad de previsión. ¡Genial!

Quien le iba a decir que de vulgar falsificador de moneda pasaría a montar su imperio.

No me extrañaría que tarde o temprano despertase las sospechas de algún mafioso con imperio propio. Del mismo modo que el contrata detectives, no sería de extrañar que alguien poderoso también le vigilara a él.

Eso sólo lo sabes tú, queridisimo Seewool, pero como siempre, sabes satisfacernos como lectores, a base de curiosidades e interrogantes para próximos capítulos.

Sigo a la expectativa, porqué el nivel es altísimo.

Besos mediterráneos, querido Seewool, y hasta pronto.

Joseph Seewool dijo...

Bien, parece que hay buenas expectativas para Capti, esperemos que inicie pronto esos trámites.

Marta: Muchas gracias por tu favorable opinión. Puede ser que alguien (la competencia) esté tras él, o Hacienda, o la policía, pero eso sólo lo sabremos cuando el propio tuerto se entere y nos lo cuente. Besos para tí desdes la meseta.