miércoles, 30 de abril de 2008

El tuerto. 61: La tobillera.

Lo más urgente era decidir qué hacer con las maletas. En el portaequipajes del coche no se podrían quedar mucho tiempo, a lo sumo pasar la noche confiando en la vigilancia del parking del hotel y en la alarma del vehículo. A la habitación no me pareció adecuado ni siquiera subirlas, llamarían demasiado la atención. Por otro lado, estaba deseoso de examinar su contenido con la atención que merecía. No tenía más remedio que repetir el expediente ensayado con el último botín: alquilar un apartamento lo más rápidamente posible; la tarde estaba cayendo. Pasé por un kiosco y compré un periódico inmobiliario y un callejero. Me puse a ojear los anuncios, pero ¿cómo decidirme? No conocía las zonas de Madrid, e ignoraba cuáles podrían ser peligrosas, así que opté por un piso en barrio aparentemente noble, calle Velázquez, muy cerca de la Embajada de los Estados Unidos. Llamé por teléfono a la propietaria y conseguí cita para verlo una hora más tarde. Era un hermoso y amplio apartamento amueblado con todas las comodidades.
-¿Cuál es el precio?
-Ciento setenta y cinco mil al mes. Dos meses de fianza y uno de renta por anticipado. –Fingí pensarlo un poco, aunque en realidad no tenía nada que pensar.
-De acuerdo, me interesa.- Al aceptar a la primera estaba violando todas las reglas del comercio, del regateo, mis propias normas. Por un instante me sentí fatal, como si me estuviera traicionando a mí mismo. Después, razonando, me di cuenta que lo que no podía permitirme era perder tiempo. Era oro para mí, y nunca mejor dicho.- Quisiera firmar ahora, y recibir las llaves, si no le importa…
-¿Ahora?...No se, tendríamos que ir al abogado.
-Tengo aquí el dinero.- Saqué un fajo de billetes, conté medio millón y añadí veinticinco mil.- Y también tengo un modelo de contrato, trabajo en inmobiliaria, ¿sabe? Si es usted la dueña no hay ningún problema.
-Sí, sí, claro que lo soy.
-Entonces no se preocupe y firme aquí. No hace falta ir al abogado. Y cuente el dinero.

Una vez instalado gracias a mis dotes de persuasión, y al dinero contante y sonante, llamé a un cerrajero de urgencia, subí las maletas, e hice cambiar la cerradura. Cuando terminó, era demasiado tarde, no tenía ganas de regresar al hotel. Lo que me apetecía era pasar la noche revisando el contenido de las maletas. De repente me di cuenta de que no había comido nada en todo el día. Bajé a un restaurante cercano y tomé una sopa y un pescado; estaba harto de sándwiches.

Por fin me incliné sobre la maleta de los documentos. Su cantidad y variedad era impresionante. Una parte de los mismos estaba referida a su negocio de las facturas falsas: listas de clientes, direcciones, teléfonos. Nombres de empresas tapadera, escrituras, poderes.

Otra parte, sorprendente para mí, estaba formada por contratos privados de préstamo. Algunos, los más antiguos, eran nominativos y Federico figuraba como prestamista. En los más recientes sólo figuraba el nombre y firma del prestatario, la cantidad, el plazo y el tipo de interés (bastante elevado, por cierto, en torno al veinte por ciento anual), pero la casilla del prestamista estaba en blanco, como si estuviera pendiente de ser rellenada. En la práctica, estos documentos convertían al tenedor de los mismos en el acreedor de hecho, mediante el simple trámite de poner su nombre y firmar.

También había escrituras de hipoteca, con cédulas hipotecarias al portador. Aquí el tipo de interés rondaba el quince por ciento. Aparte había cheques al portador postdatados, letras de cambio endosadas en blanco, pagarés. En resumen, un auténtico banco privado en el que Federico invertía parte de su dinero negro. Ahora bien, para cobrar todas aquellas deudas harían falta abogados, tal vez incluso la pistola, que por algo la tendría Don Federico en esa maleta.

Pasé a examinar las joyas. Deduje que de todo lo que circulaba por sus manos el fallecido seleccionaba lo más exquisito para su colección secreta. Perlas, zafiros, esmeraldas, diamantes, todo tallado por las más reputadas firmas en forma de los más diversos adornos, collares, pulseras, pendientes, sortijas. Hasta tobilleras. No pude resistir la tentación y elegí una de estas últimas para regalar a Rosita. Oro y diamantes para embellecer su pierna injustamente castigada por la polio. Con ese regalo en la mano me dormí aquella noche, sonriendo por mi atrevimiento de obsequiar algo sin duda robado, imaginando la cara que pondría Rosita, y cavilando si me preguntaría por la procedencia o la daría por supuesta.

9 comentarios:

Joseph Seewool dijo...

Seguimos atravesando una fase de desértica transición y preparación. Espero no aburriros demasiado. A cambio, dentro de poco reaparecerá un poco de esa "acción" que echais de menos...
Saludos y gracias por vuestra infinita paciencia.

Sin Hora De Cierre dijo...

Hola, buenos días.
Vuelvo aquí, o llego por primera vez, jejeje, para volver a “vender” el concurso de micro-relatos de Literatura en Murcia.
http://literaturaenmurcia.blogspot.com/

Te invito de nuevo o por primera vez a participar. Anímate, son apenas 100 palabrillas. Y así daremos un empujoncillo más a la Literatura.

Ante todo gracias, y ya sabes, para lo que quieras, pásate por el Blog, o por el mio.
Raúl M.
http://envidiaydeseo.blogspot.com/

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola. Yo creo que, de desértica nada de nada. En este capítulo se encuentra inmersa toda la fuerza del suspense y de la aventura que esta por llegar. Desde luego, El Tuerto tiene una sangre fria que, ya me gustaría tener. Este puente, me haré individualmente y en solitario, mi propio bautizo en el ráppel. Teniendo en cuenta que una simple noria de feria, me dá náuseas, cualquiera que piense que me voy a descolgar a lo novato por una pared acantilada de unos cuarenta metros de altura, tal vez piense que un ramalazo de irresponsabilidad me domina. Pero, despues de leer este capítulo, pienso, creo, que mi bautizo en solitario y sin tener idea de los peligros del ráppel, comparado con el ráppel que el Tuerto piensa acometer, deslizandose al mundo de las personas honradas, es sólo una minucia de niños. Y espero que no haya más huelgas en la Justicia, no por que mientras tanto no haya derecho, que nunca lo ha habido, con justicia o sin ella, sino porque el Tuerto, se lo piensa mucho antes de segregarse un capítulo suyo. Es como si lo meditara para que no le pille el fisco. Un saludo.

Anónimo dijo...

Pues muchas gracias ti, Raúl. Claro que me pasaré por tu blog, e intentaré esas cien palabras. Un saludo.

Je,je, Jack, ya he visto la crónica de tu rápel. ¿Qué será lo próximo? ¿Vuelo sin motor, ala delta? ¿Ya estás aburrido de las profundidades marinas y necesitas emociones nuevas? Saludos.

Maria dijo...

Joseph para nada nos aburres ...........todo lo contrario.

Un besazo

Hisae dijo...

Nada de aburrir...
Seguimos con interés...

Anónimo dijo...

Queridisimo Seewool,

El Tuerto no tan sólo es hombre de acción, sino de pensamiento rápido, conseguido a base del "esfuerzo" de delinquir. Muy bien eso volver a alquilar un piso para guardar el botín, y por supuesto, el dinero lo consigue casi todo lo que puede pagar.

Es genial tu personaje, y aunque sea un delincuente, esos detalles tiernos que tiene - en este caso con su compañera - le hacen más humano e indudablemente, acabas por cogerle cierto "cariño".

No es un capítulo tan de transición como el anterior, puesto que la acción de pensar en esconder el botí, lo hace más ágil y dinámico, y por supuesto, se lee con suma facilidad y atención.

Veamos, Seewool, que nos deparas en el siguiente capitulo, porque esto promete.

Besos chocolateados, pues las aventuras de tu personaje son tan "exquisitas" como este manjar de dioses.

Joseph Seewool dijo...

Gracias a la kioskera y a Mario, por vuestro apoyo. Marta, tus comentarios, siempre tan atentos, me animan a seguir.

Por cierto, acabo de colocar el siguiente capítulo.

-Anna- dijo...

Aburrido?????? si hace un rato que empecé a leer tenía sueño y estoy que no puedo pararrrrrrrrrrrrrrr

Nada de aburrido

Quiero joyasssssssssssss


No era que no se las podía llevar ni esconder?? Me queda la duda mmmm

Sigo, sigo!!