martes, 8 de abril de 2008

El tuerto. 59: La comprensión de Ester.

Esa mañana llegué con antelación, con la idea de pedirle a don Baltasar una relación de los bienes de la herencia, y comentarlo sin la presencia de la otra parte.
-Antes de hablar de los bienes tengo que entregarle una carta póstuma de don Federico. –Y me tendió el sobre. Lo abrí; apenas unas líneas: “Cuanta menos gente sepa de esto mejor, este es el número de la cuenta en Panamá que te dije, la he puesto a tu nombre, y ésta la clave de mis cajas fuertes, las llaves las tiene Balti. Cuida de mis hijas. Federico”. La carta estaba sacada por ordenador, confié que hubiera borrado el archivo. Sólo el visé de Federico atestiguaba su autenticidad.

-Gracias. Y ahora hábleme de los bienes.
-En cuanto a inmuebles, tenemos dos mansiones en las que viven las hijas, y por supuesto la mansión en que vivía Federico. Un chalet en la costa brava que utiliza Josefina, un chalet en Menorca que usa Ester, y un pazo en Galicia donde se refugiaba Federico. Aparte hay media docena de pisos y apartamentos en distintas zonas de Madrid, la castellana, Arturo Soria, y Argüelles, todos ellos alquilados. Como ve, Federico además de ganar dinero lo supo invertir bastante bien. Por último tenemos una finca rústica en Cáceres, de sesenta hectáreas, a la que de vez en cuando iba a cazar.
-Un buen patrimonio, pero ¿Y liquidez?
-Una cartera de valores, unos cien millones. Y varios depósitos a diferentes plazos, más o menos otro tanto.
-¿Alguna caja fuerte, o de seguridad, dinero metálico, joyas?
-Hay una caja fuerte en su mansión, pero nadie sabe la clave, habrá que llamar a un cerrajero. En el pazo y en la finca también hay cajas fuertes. En cuanto a los bancos, lo estamos investigando.
-Déme las llaves de la mansión, del pazo y de la finca.
-¿Las llaves? –Pareció sorprendido.
-Sí, las llaves, usted como albacea debe tenerlas, y yo soy un llamado a la herencia y por tanto tengo derecho al menos a una copia, ya que no hay ningún poseedor previo de dichos bienes, como en el caso de las viviendas de las hijas.
-Debo advertirle que si oculta usted algún bien de la herencia perdería el beneficio de inventario.
-No se preocupe, no pienso ocultar nada.
-Pues entonces fírmeme la entrega de llaves.- Y redactó unas líneas en un folio, y me lo tendió en la mano derecha, para que leyera y firmara, mientras que en la izquierda me depositaba tres manojos de llaves. Firmé el recibo. En ese momento la secretaria avisó de que llegaban Ester, Josefina y la abogada.

-Sólo dos minutos más, don Baltasar, dígame ¿de qué viven ellas y sus maridos?
-Josefina es una pija, una esnob, dirían ustedes, y su marido Edgar un aprendiz de empresario arruinado, todos los negocios que ha intentado han sido un completo fracaso. Ester, en cambio es una hippie desfasada y su marido, Carlos, un pintor tan sumamente exquisito que no ha vendido un cuadro en su vida, ni siquiera a los turistas de Menorca; es que eso tendría muy poca clase para él. Y ahora recibamos a las damas, no está bien hacerlas esperar.

Don Baltasar nos presentó. Josefina, rubia de bote, vestía un traje oscuro de falda ceñida, blusa y chaqueta cruzada, zapato negro cerrado. Transmitía la idea de que iba de luto. Aparentaba unos cuarenta y cinco años. Ester llevaba un traje compuesto de vaqueros y cazadora desteñidos, casi blancos, dando la falsa impresión de estar desgastados. Una camiseta de escote redondeado esbozaba sus pequeñas protuberancias, y un pañuelo fulard completaba su atuendo. Su rostro aparentaba unos cuarenta años, pero su vestimenta y sus gestos indicaban que no asumía su edad real. Por último, la abogada –Carmen, nos la presentó Don Baltasar- era la más joven de las tres, delgada hasta el extremo, vestía un traje pantalón de tenues rayas, y llevaba el pelo muy corto, semejando casi un varoncito; sin embargo sus movimientos eran muy femeninos, contoneantes. De repente me di cuenta de que ninguna de las tres aceptaba parte de su propia esencia. Josefina fingía un luto que estaba lejos de sentir, en el fondo estaba ávida de libertad y de tomar posesión de los bienes materiales. Ester no reconocía su edad y trataba de vivir instalada en una eterna juventud. Y Carmen quería afanosamente ocultar su exuberante feminidad, quizá como mecanismo de defensa para luchar en un mundo hostil y masculino.

-Las acompaño en el sentimiento.- Dije.- Federico era un buen amigo mío.
-Gracias.-Musitaron.
-Pues sí, debían de ser ustedes muy buenos amigos, todavía estamos sorprendidas, vamos, que no damos crédito a su nombramiento. Pero a juzgar por la edad de usted, no acabo de entender de dónde venía esa amistad y qué es lo que tenían ustedes en común, porque estamos pensando en impugnar su nombramiento. –La abogada soltó la parrafada sin respirar.
-Lo que teníamos en común era nuestra valentía para tomar decisiones y llevarlas a cabo. No sé si usted conoció a Don Federico…-Le di tiempo a negar con la cabeza.- Pues sus hijas le podrán corroborar que era un hombre extraordinariamente valiente.
-Así es.- Confirmó Ester, y creí ver un destello de simpatía.- Pero comprenda que es la primera noticia que tenemos de su existencia.
-Por supuesto, Ester, ¿Me permite que la llame Ester? –Ella asintió.- Su padre me encargó…
-Mi padre era un loco y un viva la virgen.- Me interrumpió la otra, Josefina, con rabia.- Que no sabía lo que hacía…
-…Y estamos en condiciones de demostrar que no estaba en posesión de sus facultades mentales cuando le nombró a usted fideicomisario.- Continuó la abogada agresiva.- Tengo aquí un informe psiquiátrico que demuestra que padecía un trastorno bipolar, lo cual le llevaba a tomar decisiones disparatadas, temerarias, y excéntricas.
-Pues para ser un loco a ustedes no les ha ido nada mal.- Me dirigí a Josefina, mirándola de frente, con mi único ojo. Y un trastorno bipolar no anula, y usted lo sabe, abogada, su capacidad de juicio. Más aún, nombrarme a mí fue una prueba objetiva de prudencia y de protección hacia sus hijas, y no me obligue a decir aquí el porqué.

-En todo caso, como prueba de buena voluntad, -la abogada cambió de táctica- estamos dispuestas a ofrecerle un acuerdo.
-¿Consistente en..?
-En abonarle a usted en metálico el valor de su derecho hereditario, computándolo como si fuera una nuda propiedad. Hemos calculado que asciende, según las normas de valoración aplicables, y teniendo en cuenta la edad de Josefina y Ester, es decir, el tiempo que usted hipotéticamente tardaría en recibir los bienes…A un veinte por ciento del valor total de la herencia.
-Nada me gustaría más que complacerlas, créame, pero eso supondría traicionar la última voluntad de Federico, que no fue el que yo recibiera un dinero, que por otra parte yo no estoy interesado en recibir, sino que yo fuera el protector, el garante de que la herencia no se dilapide en unos pocos años de opulencia y despilfarro, ¿Y después qué? ¿Tienen unos ingresos, unos medios de vida estables? Me temo que no. Así que lo que yo les propondré, teniendo en cuenta el inventario de bienes de la herencia, es un plan para que puedan vivir desahogadamente con las rentas que produzca el patrimonio, sin necesidad de liquidarlo.- La abogada se puso en pie, y casi de inmediato Josefina.
-Pues entonces nos veremos en los tribunales, aténgase a las consecuencias.-Y salieron ambas del despacho, muy dignas. Ester permaneció sentada, en silencio, algunos segundos, y después se incorporó también, lentamente, nos tendió la mano a mí y al albacea, con gesto pensativo, yo me puse en pie para estrechársela, me dedicó una mirada plena de comprensión, y abandonó la estancia.

10 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hello Joseph. Este, es uno de esos capítulos, en los que no falta de nada. La descripción de la avaricia, la holganza e incompetencia, junto a la desconfianza, de las hijas de D. Fede, mezcladas con su condición de mujeres, capaces de cualquier acción imprevisible, pero exteriorizada, para conseguir sus propósitos económicos, contrasta con la sangre fria y los conocimientos jurídicos del Tuerto, que posee la clave de la caja fuerte, donde se supone que esta el mogollón de la herencia en cuanto a joyas y otros activos cuasi líquidables. Por otro lado, la titularidad de la única cuenta en la que se supone está toda la fortuna líquida del Tuerto, probablemente en uno de esos paraisos fiscales de Panamá, dejará a las herederas, debido al desconocimiento de todo ello, muy tranquilas, cuando el Tuerto suelte lastre y les de lo que ellas quieren, que es fundir la herencia vendiendolo todo. A fin de cuentas, lo inventarible y controlado por el fisco, es lo que ellas quieren liquidar. Lo otro, lo opaco, lo que no existe, nada más que en el alma de las llaves recibidas por el Tuerto. Eso, ni lo verá nadie, salvo aquel, ni nadie sabrá de su existencia. Creo, que el Tuerto, finalmente, no al principio que parecería descarado y sospechoso de ocultar algo, claudicará con las exigencias de esas hijas tan ávaras. Entrando a la llamada de la herencia con los bolsillos vacios, para salir de ella de rositas con los bolsillos invisiblemente llenos de capital.
El problema ahora, es colocar lo que haya en la caja fuerte, además de sacarlo sin ser visto previamente. Lo demás se lo ha dejado atado y muy bien el Tuerto. Un saludo.

Anónimo dijo...

Queridisimo Seewool,

Totalmente de acuerdo con la opinión de Jake Blake, a la que yo añadiría tan sólo que además utilizas tu habitual caústico y exquisito sentido del humor.

El lector no pierde el hilo en ningún momento y además consigues que lleguemos hasta el final sin perder línia.

Y en cuanto a la trama, muy interesante la descripción de las tres féminas, y en eso de no asumir su propia realidad, hecho este que aplican al testamento de su padre, que por cierto, menudo patrimonio!!!.

En fin, querido Seewool, sabes dar ese toque especial para dejarnos en ascuas y esperar al siguiente capítulo, y en éste, además, nos dejas con la ansiedad de no saber por donde desembocarán los hechos, puesto que la "comprensión de Ester", puede dar otro juego.

Felicidades y ESCRIBE PRONTO, que esto no es apto para cardiácos.

Besos mediterráneos, y hasta pronto

Gus. dijo...

Buenas letras...Un placer


Estornudo virtual.
Yuraccypark.
From my inside
Emociones.
Chico malo escribe.
Poemas de Ángel Virgilio.

Yo soy mio.
El sol ya no es el sol.
Diluvios.
En trànsito.
La brecha.
Asintotas Estéticas.
Autodestrucción.

Joseph Seewool dijo...

Hola, Jack: Muy bueno tu comentario, como siempre. Te voy a tener que contratar para crear expectación e interés entre los lectores, con toda esa jugosa especulación sobre lo que puede pasar y no. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Mi muy apreciada Marta: halagadora tu opinión, tan detallada además. Veo que en esta saga del tuerto ocurre como en la vida misma, que cada capítulo nos deja sin saber lo que ocurrirá en el siguiente...Besos para tí, hasta pronto.

Joseph Seewool dijo...

Hola Gustavo, muchas gracias por tu visita. Prometo saborear con calma los poemas de tu blog. Ah, y sé de dónde has venido: atravesando un diluvio...Je.

Maria dijo...

Joseph me parece que tu aun estas mas liado que yo, tardas mas en aparecer que yo :)

Un besazo y espero que todo este bien.

Anónimo dijo...

Hola, María: gracias por tu interés; sí, todo va bien, sólo que ando superliado. Pero este fin de semana, sin falta, habrá continuación del tuerto. Besos.

Joseph Seewool dijo...

Hola de nuevo a todos. Acabo de colocar un nuevo capítulo (el nº 60) y quería decíroslo, por si me habíais dado por perdido, he, he.
Ahora en serio, no tengo excusa por la demora, eso no se le hace a lectores inteligentes y fieles. Por favor, criticadme en abundancia. La peor crítica sería vuestro silencio.
Gracias, muchas gracias por vuestro interés. Saludos.

-Anna- dijo...

Ester sabe en el fondo que su padre tomaba las mejores desiciones por ellas...quizás en esa posición de infancia, de seguir el ideal, de aceptarlo.
Excelente capítulo...

La abogada me cae mal jajaja, tenía que conseguir un nuevo enemigo para continuar con la lectura :P

Excelente Joseph. Un besote!