lunes, 17 de marzo de 2008

El tuerto. 57: R.I.P.

Me encontraba una tarde en la inmobiliaria, echando la bronca a uno de los vendedores. Se había dejado escapar un cliente con dinero y ganas de comprar, simplemente porque no teníamos exactamente lo que él buscaba.
-Pero vamos a ver, que no estamos en una pescadería, para decirle a un cliente “no tenemos”. Esa frase no existe en nuestro vocabulario. Podemos decir: “tenemos uno casi igual”, o preferiblemente “tenemos uno mejor aún”. ¿Qué hago contigo? Dímelo tú, ¿te despido por inútil, o te doy otra oportunidad?

En ese momento sonó el teléfono. Era Rosita desde la pensión, había ido a ver a su madre.
-Oye, tienes aquí una carta de un abogado de Madrid, un tal Baltasar Gaceta.
-Ábrela y léeme lo que pone.
-De acuerdo, va dirigida a ti, Don Peter R., pensión “Las tapias”, calle tal…”Muy señor mío, por la presente le comunico el fallecimiento de mi cliente Don Federico tal y tal, y siguiendo sus últimas voluntades le hago saber que ha sido usted llamado a la herencia del finado, en calidad de sustituto fideicomisario. Así mismo le participo que este abogado ha sido designado albacea para la ejecución del testamento. Por todo lo cual le ruego se ponga en contacto con conmigo, a la mayor brevedad posible, en la dirección o teléfonos arriba indicados, para llevar a cabo las formalidades de aceptación de la herencia, así como en su caso llegar a un acuerdo con las hijas de don Federico y herederas universales, doña Ester y doña Josefina, tal y tal. En espera de sus noticias, le saluda atentamente”…

Eso de “la mayor brevedad posible” sonaba urgente, así que llamé de inmediato al abogado.
-Está con un cliente, ¿de parte de quién?- Me dijo su secretaria. Le di mi nombre y le expliqué la aparente urgencia que indicaba su carta. La secretaria debía estar advertida, porque dijo: -Ah, si, voy a intentar pasarle la llamada, espere un momento. Al cabo de un minuto escuché la voz del abogado. Me saludó muy amablemente y me repitió el contenido de la carta.
-¿Cómo ha muerto? –Pregunté.
-Sufrió un ataque al corazón en mitad de la noche. Por la mañana le encontró la empleada doméstica, cuando fue a llevarle el desayuno. Supongo que Don Federico le habría enterado de su intención de nombrarle fideicomisario…
-Sí, me lo dijo, y también me dijo que usted sabía las razones…
-En efecto, pero sucede que necesito hablar con usted personalmente. Hemos de tomar algunas decisiones sobre la herencia con la mayor celeridad, y no puedo darle más detalles por teléfono. Si usted pudiera venir a verme cuanto antes yo se lo agradecería muchísimo.
-Claro que sí, Don Baltasar, cuente conmigo para lo que haga falta. Mañana mismo cojo el avión.
-Gracias. Por supuesto, los gastos irán a cargo de un fondo que Don Federico dejó expresamente. ¿Le importa que nos reunamos en mi despacho en cuanto llegue usted a Madrid? Simplemente avise a mi secretaria cuando sepa la hora aproximada, yo estaré esperándole.
-Así lo haré.

El abogado me pareció muy sensato, inteligente y calmado. Creo que a él le sorprendió mi juventud. De inmediato empezamos a tutearnos y se estableció un clima de confianza, casi camaradería, especialmente cuando le dije que conocía el derecho hereditario español.
-Debo decirle, amigo Peter, que no sé exactamente cuales son sus méritos, pero deben ser muchos cuando Don Federico confió precisamente en usted, a pesar de su juventud, para esta llamada, un tanto intempestiva la verdad, a la herencia.
-Tal vez precisamente esa juventud, que usted considera un inconveniente, él la juzgó mi principal ventaja. Quiero decir que tal vez pretendía que pueda estar vivo no ahora, sino dentro de muchos años, para proteger a sus hijas.
-Si, eso es cierto. Pues bien, le explicaré cuál es la situación, y porqué tenemos cierta urgencia para actuar. Ocurre que la tarde antes de su fallecimiento, Don Federico había recibido una citación judicial, para declarar en calidad de imputado, por delitos de falsedad documental y contra la hacienda pública. Un asunto en apariencia grave, pero en realidad no alarmante desde el punto de vista penal, dado que no podía haber pruebas contra él, y lo más probable es que nunca hubiera sido llevado a juicio: más tarde o más temprano ese caso habría sido archivado.
-¿A cuál se refiere, al de Plácido y las facturas?
-Ah, veo que está informado, sí a ese me refiero. Como le digo, intenté tranquilizar a Federico, pero claro, es más fácil hablar cuando los toros se ven desde la barrera. Lo cierto es que según la empleada esa noche se tomó una botella de whisky, los informes preliminares de la autopsia hablan de una alta tasa de alcoholemia, en modo alguno letal para una persona sana, pero sí para Federico, que como usted sabe tenía una lesión cardiaca.

10 comentarios:

Joseph Seewool dijo...

Valga mi propio comentario como explicación y justificación a los lectores. Esta escena de conversación ha quedado cortada, pero continuará, por supuesto, y con todo detalle. Lo que ocurre es que el capítulo se me estaba alargando y demorando, y he preferido sacar esta parte para que quien quiera pueda seguir leyendo. El siguiente capítulo, el 58, se titulará -creo- "a beneficio de inventario". Pero ya será la próxima semana, porque me voy unos días a la playa...Gracias por vuestra infinita paciencia.

Hisae dijo...

Gracias por la aclaración y felices días en la playa... ¡Disfruta!

Marta Teixidó dijo...

Querido Seewool,

Bueno, menuda escenita. Esto es no apto para cardíacos, y precisamente Fede la palma de eso, con una buena botella de whisky, espero que fuese Malta-doce años - Fede se merecía eso y más, después del cambio testamentario a favor de tu protagonista.

Esto está que arde. Tomáte esas merecidos días en la playa, pero no dejes a las neuronas reposar más de lo debido, puesto que estoy a la espectativa de todo.

Besos y buena Semana Santa.

Marta

Extensus dijo...

Está interesante tu relato. Seguiremos atentos.

Maria dijo...

Joseph esperare impaciente ese nuevo capitulo........................espero que descanses y lo pases bien en la playa

Un besazo

Joseph Seewool dijo...

¡Hola, amigos! Ya he vuelto. Muchas gracias por leerme. A ti, Extensus, bienvenido a este blog. Espero que pronto consiga sacar el siguiente capítulo, tal vez un par de días, porque mis neuronas han reposado demasiado: al nivel del mar me baja mucho la tensión, je. Un abrazo.

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola Joseph. Espero que no hayas hecho utilizado tu blogge a beneficio e inventario. Es decir, que lo dejes inacabado en el capítulo, valga la redundancia, a beneficio de inventario. A no ser, que estes huido del Tuerto, o, en busca y captura de aquel. Porque, una cosa prudencial son unos dias de vacaciones en la costa y otra muy distinta, salir nadando y tirarte días y dias sin parar de nadar. ¿Porqué crees tu, que Cristobal Colón salió desde Palos en tres naos, en lugar de hacerlo a nado?. Pues, porque América esta muy lejos. Y si además tienes que volver a nado a por la ropa y la cartera. Vete a saber lo que te vas a encontrar. Seguro que al Tuerto con cara de pocos amigos.
Es broma. Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

Glub. Tomo nota de tu amonestación y apercibimiento, de hecho ha surtido efecto. Llevaba varios días con el borrador del siguiente capítulo en el pen drive, de acá para allá, sin sacarlo, a falta de correcciones, y por fin acabo de apretar el botón de "publicar entrada", es el 59 y se llama "la comprensión de Ester".
Humildemente.

-Anna- dijo...

Waaaaaaa intriga, intriga. Lo bueno de ser intermitente (me pasa lo mismo con las series que veo) es que después puedo sacarme la duda de un tirón, sólo que cuando llega al capítulo actual...ahí es cuando me guardo la intriga en la cabeza jeje

Sigo, sigo...

Besos Joseph

Anónimo dijo...

Anita, debo decir que tienes una cabeza muy bien dotada para poder seguir el argumento con tu encantadora intermitencia. Yo ya me habría perdido hace tiempo. Besos para ti.