lunes, 10 de marzo de 2008

El tuerto. 56: La grabadora

Me desperté agitado, confuso. Mientras se desvanecía la pesadilla de mi mente logré retener una imagen en la memoria. Había perdido mi navaja, necesitaba encontrarla, buscaba afanosamente, me venía la sensación de que estaba cerca, pero nada.
Miré el reloj, las tres y media, no había dormido ni dos horas. Llevaba unos días sin tomar las pastillas de dormir, ni los tranquilizantes. Mi pijama estaba empapado en sudor. Me lo quité y me puse otro limpio. Salí a la terraza a pensar, escuchar el rumor del mar y contemplar las estrellas. Momentos después oí a Rosita levantarse, salió detrás de mí, se abrazó a mi cintura y apoyó su cabeza en mi espalda.

-¿Qué te preocupa?
-Pues…supongo que la reunión que tengo mañana para sobornar al Teniente de Alcalde de Puerto de Mogán. Vamos a entregarle diez millones de pesetas en efectivo para que presente en el pleno del Ayuntamiento la recalificación de nuestro terreno. Pero, ¿Y si no se aprueba? ¿Nos devolverá el dinero? No lo creo. ¿Y si todo es un cuento para estafarnos? ¿Y si alguien se va de la lengua y nos acusan de cohecho? No me fío de los políticos…
-Y-si, easy, take it easy, ¿entiendes? No te preocupes lo más mínimo. Lo que tienes que hacer es ir a la entrevista con una mini-grabadora en el bolsillo.
Rosita volvió de nuevo al dormitorio y estuvo rebuscando entre sus cosas. Reapareció con un aparatito no mayor que un paquete de tabaco. Rebobinó la microcinta y me lo colocó en el bolsillo de la chaqueta del pijama.
-¿Lo ves? Esta es la que he usado yo para grabar los temas de mis oposiciones. Cuando empiece la entrevista sólo tienes que apretar discretamente este botoncito, ¿ves? Y se encenderá la luz roja, indicadora de que está grabando.
-Vale, ¿y después?
-Pues muy sencillo: te guardas la cinta como prueba, por si acaso, en alguna de tus cajas de seguridad. ¿Qué no lo aprueban y no te quiere devolver el dinero? Le mandas una copia de la cinta, ya verás como se lo replantea. Y tranquilo, que nadie se va a ir de la lengua. ¿Quieres que te acompañe?
-¿Al aeropuerto?
-Si quieres vuelo contigo a Gran Canaria y te espero en algún sitio mientras tú vas a la reunión.
-Voy a ir acompañado de Don Antonino Tosco y su hijo Mario. Pero no sabemos si habrá plaza para ti en el avión.
-Pues hacemos lo siguiente: te acompaño al aeropuerto, si hay plaza vuelo contigo, si no, me vuelvo a casa en tu coche. Y ahora vamos a dormir.

Así lo hicimos. La verdad es que yo mismo no entendía porqué me preocupaba tanto. Teniendo en cuenta los asuntos a los que estaba acostumbrado esto era fácil para mí. Repasando en mi mente, descubrí que lo que de verdad me fastidiaba era darle dinero, así a lo tonto, a un político, por hacer algo que de todas maneras, tarde o temprano, tendrían que hacer, urbanizar ese suelo. Me sentía como un imbécil y eso era lo que disparaba mi adrenalina hacia todos los posibles motivos de temor. Así las cosas, la tranquilidad de Rosita despejó mi indecisión y me insufló nueva confianza. Si ella, que era novata en esto de la delincuencia, lo veía tan claro, no sería yo quien me arrugase. Dormí de un tirón el resto de la noche.

Rosita voló con nosotros. Don Antonino apenas prestó atención cuando la presenté como mi novia, sin duda tenía otras preocupaciones en su cabeza. Mario se la quedó mirando con algo de insistente descaro, pero no hizo ningún comentario. De todas formas les aclaré que ella haría unas gestiones en Las Palmas, y que nos reuniríamos después de nuestra cita.
Por supuesto la reunión no era en el Ayuntamiento, sino en un discreto restaurante de Maspalomas. Antes de traspasar la puerta apreté el botón de la grabadora en el bolsillo de mi camisa.
-Hemos quedado con Alfredo Fuertes. -dijo don Antonino.

El maitre nos condujo al reservado. Y allí estábamos los tres, como tres gilipollas, delante del tipo aquel, un gordo enorme y sudoroso, que nos estrechó una mano húmeda y empezó a hablar por los codos al tiempo que bebía grandes sorbos de una jarra de medio litro de cerveza y pinchaba de un plato de papas con mojo picón, de aperitivo. Don Antonino, que era el único que le conocía personalmente, apenas podía meter baza. Mario y yo callados. El individuo pasaba de un tema a otro sin transición, tan pronto hablaba de grandes proyectos que haríamos juntos, un puerto deportivo, hoteles, restaurantes, como de pronto pasaba a quejarse de las dificultades de la política, la ruindad de los concejales de la oposición, cuya envidia no les permitía reconocer su talento, su iniciativa y su esfuerzo por impulsar el progreso de su ciudad. En mitad de su discurso se paró bruscamente y espetó:
-¿Habéis traído lo convenido? –Yo instintivamente miré a mi bolsillo y comprobé que la lucecita de grabación estaba encendida.
-¿Te refieres al dinero que nos pediste? –Dije. Don Antonino me hizo un gesto con la mano, intentando que me callara. El gordo me miró frunciendo el ceño, pero yo continué.- Sí, hemos traído los diez millones de pesetas.
-Pero bueno…-Protestó Alfredito, (así comencé a llamarle en mi mente) lanzando la servilleta.-…Esto no se hace así.
-Tranquilo. – Terció don Antonino.- Mi socio es nuevo en estas cosas…Aquí está el dinero.- Dijo, entregándole el maletín, que el gordinflón se apresuró a agarrar.
-Cuéntalo. –Continué.- Supongo que nos darás garantía de que la recalificación se va a aprobar…-Freddy se puso en pie, ya claramente furioso.
-Está claro, este tío es tonto.
-Discúlpame, no te ofendas, no era mi intención, hombre, toma otra cervecita, que están a punto de traerte el solomillo que has pedido.-Dije para aplacarle. Le tendí la mano y él, tras un ligero titubeo, me la estrechó.
-De acuerdo, voy al baño. – Y se fue con el maletín, no se si a mear, o a contar los diez millones. Y en ese momento paré la grabadora.
-Has estado a punto de cagarla.- Me dijo don Antonino.
-¿Pero cómo se te ocurre? –Intentó sermonearme Mario.
-Tú cierra el pico.- Le silencié.

6 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Muy bueno, ese detalle de la grabadora. Hay que haber vivido esa experiencia para saber lo que se siente, cuando nos jugamos todo grabando a un tipo así. Por desgracia en mi pamarés de la vida, pasé por esa experiencia de grabar las amenazas que intentó hacerme nada menos que una autoridad, en teoria, claro, en la practica era un auténtico impresentable. Me habían comunicado que me haría una llamada, y la noche anterior, casualmente habia adquirido esa pequeña grabadora. Me la imagino igual a la del Tuerto. La trampa estaba tendida, la autoridad cayó en ella. Todo quedó grabado, pero además utilicé un pinchazo en mi línea teléfonica, que daba una nitidez mayor a la de la propia grabadora. En fin, lo posterior fue colocarle una querella por amenazas y coacciones. En aquellos tiempos, yo sólo era un mero estudiante de Derecho. Un novato. Muy bueno. Un saludo.

Anónimo dijo...

Querido Seewool,

Rosita demuestra ser más espabilada de lo que aparentaba. Bien por Rosita!!. Creo que el Tuerto no tan solo tiene novia, sino una posible "partenaire" en sus negocios. Esto "huele" bien de cara a posibles tramas.

Y en cuanto al resto de la acción, muy interesante el desarrollo de la misma, en especial lo referente a la descripción del político corrupto de turno.

Si en el anterior capitulo la mezcla delincuencia-romanticismo resultaba hasta cierto punto enternecedora, aqui es sencillamente explosiva, y además sin dejar nada en el aire.

Me dejas en ascuas, como siempre Joseph, y más en el plano que ahora se presenta, como es el cómo puede ir la recalificación, por parte del político y de los técnicos del Ayuntamiento. ¿Saldrá bien? ¿Saldrá mal?. Querido Seewool, en este caso el destino de la cuestión está en tus manos.

Besos mediterráneos con sabor a chocolate, por supuesto. Y no tardes mucho para el siguiente capítulo.

P.S. Esto es un "copiar-pegar" del comentario en LDA. Me paso a blogger. a partir de hoy, mis puntos de vista los dejo aqui. LDA es un desastre.

Marta

Joseph Seewool dijo...

Hola, Jack: Vaya, vaya, un simple estudiante de derecho grabando a una autoridad y querellandose, ahí es nada. Ya veo que lo de la grabadora no es nuevo para ti. Ay, cúanto le queda por aprender al tuerto... Un saludo.

Joseph Seewool dijo...

¡Hola, Marta! Me alegro mucho de recibir tu visita en este espacio. Gracias por tus estimulantes comentarios.
Brindaré a tu salud con una copa de vino tinto reserva, una de esas botellitas que tengo tras de mí en la foto, ja, ha.

-Anna- dijo...

Y llegóóóóóó la tortugaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Abran paso, en unos 3 siglos llego a ponerme al día jajaja.

¡Ya estoy de vuelta Joseph!

Este capítulo lo siento en tensión, creo que todavía tengo todos los músculos del cuello contraídos a ver cómo sigue.
Coincido en que Rosita salió muy astuta y creo que hacen una pareja adorable.

Tantas historias!

Me encanta esto, ya lo extrañaba.

Sigo un poco más antes de ir a dormir...la tortuuuuuuuuugaaaaaa

Besotes!

Anónimo dijo...

Anita: la tortuga soy yo en escribir. Vos sois una estrella que acumula más y más planetas...