viernes, 11 de julio de 2008

El tuerto. 70: Las comparaciones son odiosas.

Creo que debido a esa época de armonía que atravesaba me resultó mucho más extraña e incomprensible para mí mismo la reacción que me provocó la noticia de la libertad de Luke, y sobre todo el saber de su vida. Fue Charlie quien me trajo las novedades. A su regreso a España, pasó por Madrid un par de días, tenía que arreglar papeles en la Embajada. Venía, para mi sorpresa, doblemente acompañado, uno era mister Moon, amigo de gimnasio de Charlie. La otra era Yasmín, la reciente novia de Charlie. Pero de ellos hablaré después.

Digo que me extrañó mi propia reacción, porque sentí…envidia. Eso es, cuesta decirlo, casi me avergüenza. ¿Pero cómo puedo sentir envidia, yo,-me preguntaba- un tipo que consiguió escapar de la policía, de uno que fue capturado y se ha pasado casi cuatro años entre rejas? ¿Cómo puedo sentir envidia yo, un tipo que está forrado de dinero, de un pobre tipejo que ahora mismo no tiene dónde caerse muerto?

Y sin embargo, eso es lo que sentía. Todo mi asombro no podía ocultar lo que en el fondo pensaba: “Mira, ahí le tienes, ahora Luke está en libertad, condicional, sí, pero con pleno derecho, sin temor alguno, ha cumplido su parte de castigo y ahora va por la vida con la cabeza bien alta. En cambio yo, sí, escapé, pero aquí me tienes, en busca y captura, viviendo con una identidad falsa. Siempre con el miedo en el cuerpo a que la policía británica me encuentre.”

Es que las noticias de Luke eran sorprendentes. “No me lo esperaba en absoluto. Ha estado estudiando en la cárcel y se ha sacado el título de analista informático, brillantemente además. Qué callado se lo tenía. Yo no he sido capaz de terminar mis estudios de derecho. Pero tampoco lo necesito, puedo contratar a los abogados que quiera. Me jode que como un gilipollas he estado mandándole dinerito mes a mes, pensando que estaría pasándolas moradas. Al menos ha sabido tener la boca cerrada. Y mírale. Encima tuvo suerte con la apelación, le redujeron la condena. Le ofrecieron un trabajo de informático y… a la calle. Libertad condicional. Yo en cambio en busca y captura.”

Lo que más me ha cabreado ha sido que no quisiera saber nada de nosotros, ni de Charlie ni de mí. Qué ingratitud. Charlie se tuvo que enterar a través del abogado. Y nosotros preocupándonos por él. Le llamó a su nuevo trabajo, en esa empresa informática, y va y le dice que por favor no vuelva a llamarle, que es mejor que cada uno siga su camino. Está bien. Ya veremos las vueltas que da la vida. Podía haber trabajado con nosotros, de informático, por supuesto, y todo legal, sin ensuciarse las manos, que para ensuciárselas ya estoy yo. Pero no, el niño ya no se relaciona con delincuentes. Pues no te preocupes, chaval, que en cuanto regrese a Tenerife lo primero que voy a hacer es contratar un informático, para que nos informatice bien toda la gestión de la empresa. Lo quiero todo en ordenador, fuera los viejos ficheros.

¿Pero porqué te empeñas en compararte con él? Mira que las comparaciones siempre son odiosas. Y además: cada uno es como es.

Es mejor que hables de mister Moon. Se habían encontrado casualmente en Londres, viejos amigos de gimnasio.
-¿Cómo te va la vida?
-Pues no muy bien, la verdad, he estado en la cárcel,
-¿Y eso?
-Bueno, una pelea. –Moon tiene el físico de un levantador de pesas, una auténtica mole. Además se gasta muy mala leche.
-¿Qué le hiciste al otro?
-Le rompí la cara y varias costillas. Ahora no tengo trabajo.
-¿Pues por qué no te vienes conmigo a España? -Le dijo Charlie-. Seguro que encontramos algo para ti. – Y vaya si se lo encontré, en ese instante ya me lo estaba imaginando como empleado vigilante de la futura joyería.

A la chica, Yasmín, la conoció en la plaza de Trafalgar, donde vendía sus dibujos y hacía caricaturas. Es iraní, refugiada política, pero las autoridades británicas aún no le han reconocido su estatus. Tiene unas ideas que en su país no son bien vistas, es totalmente prooccidental. La habían arrestado varias veces, por negarse a llevar el velo, por hacer protestas en la universidad. Al tercer arresto le advirtieron que la próxima vez le caerían veinte años, por activista contrarrevolucionaria. Consiguió salir de su país, con un visado de turista. Tiene veintidós años y no ha podido terminar sus estudios de bellas artes en la universidad. En eso está como yo. En lo demás está mucho peor. Está convencida de que le van a denegar la condición de asilada política, el abogado que la defiende ya se lo ha advertido: no puede demostrar claramente su militancia, y en cualquier caso no pesa sobre ella ningún cargo grave, ni siquiera leve en realidad. Lo único que puede alegar es la posibilidad de ser arrestada nuevamente, pero eso no es más que una hipótesis. Así es la justicia, quiere hechos, pruebas, no especulaciones ni futuribles. En esas circunstancias, no hizo falta que Charlie se lo repitiera dos veces cuando la invitó a venir con él, en principio de vacaciones, hasta tener la resolución de su petición de asilo.

-No te preocupes, Yasmín, si hace falta ya encontraremos algo también para ti. Dice Charlie que pintas muy bien…

4 comentarios:

Quebienmesuenatunombre dijo...

Hola. Que bueno sería que no existiera eso que llaman envidia. Algunos dicen que existe la sana y la no sana. Pero, donde haya envidia, nunca habrá paz.
Por envidia, a muchos los asesinaron en nuestra pasada y triste guerra civil. Es un mal engendro la envidia, cuando quien es el objeto de ella no sabe que los demás le tienen envidia. Y que esperan el momento propício para clavarle la puñalada trapera.
Pero, por desgracia, creo que, pocos se han librado de ese mal, tanto de forma activa como pasiva. Incluso, algunos, cuando llegan a ser mayores tienen envidia de lo que fueron. De sus años jóvenes. Y cuando se es joven, se tiene envidia de los que son mayores. Si, por el contrario se tiene una edad media, probablemente se tenga envidia de los más jovenes y de los que nos preceden en años.
Tal vez, la envidia, sea la base que mueve el orden cósmico. Tal vez, si no existiera la envidia, el mundo sería un caos.
Lo curioso de la envidia, es que casi siempre, como en el caso del tuerto, resulta infundada, no obstante queremos lo que no tenemos. Ese, tal vez sea el principio del movimiento. Ya lo dijo Mahoma: Si la montaña no viene, Mahoma irá a la montaña. Un saludo.

Anónimo dijo...

Hola, Jack. Interesante tu reflexión. En este caso creo que se cumple la regla, y es que el tuerto no envidia a Luke por lo que tiene (nada), sino por lo que es.

Y siguiendo a Carlos Castilla del Pino, añadiría que en la raíz de la envidia hay un rechazo ( a veces incluso odio) a sí mismo por parte del envidioso.

Lo curioso del tuerto es que la reconoce y es consciente de ella, lo cual le permite desactivarla (al menos en parte, supongo).

Un saludo.

-Anna- dijo...

El nunca estar conformes con lo que tenemos...básicamente a eso se reduce la envidia, aunque es bastante impredecible a decir verdad.

¿Creías que me había olvidado del famoso tuerto? No señor! Estoy de vuelta jeje, como siempre, tarde pero seguro.

Me agrada ver nuevos aliados en la obra...

Sigo leyendo...

Anónimo dijo...

Anita, un placer tu presencia, como siempre. A decir verdad confiaba en tu intermitencia, aunque eso no me sirve para predecir tu regreso, je, je. Espero que siempre acabes volviendo por estas páginas, y si es posible que sean de tu agrado.